Ucrania no es Cataluña. ¿O sí?

OPINIÓN

01 sep 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La historia, el contexto, la cultura política, los Estados vecinos, las variables estratégicas, la estructura social y el origen de sus reivindicaciones dicen que no, que Ucrania no es Cataluña, y que cualquier comparación entre ambos países constituye una burrada política y un abierto desafío a la convivencia democrática. Pero yo, que hoy actúo de filósofo, pienso que comparar cosas iguales no tiene sentido, ni avanza el conocimiento, y que la lógica está a favor de la comparación entre términos diferentes, ya que de ella se pueden deducir las características esenciales y funcionales de cada cosa. Así que ¡busquemos algunas similitudes!

Hace seis meses ningún ucraniano creía que iba a estallar una guerra en su país. Y los catalanes tampoco lo creen. Hace seis meses muchos ucranianos suponían que la mejor salida para un Estado con diversas nacionalidades y etnias era montar un mercadillo de secesiones e independencias y reorganizar el país «a demanda». Y muchos catalanes también lo creen. Hace seis meses los ucranianos entendieron que despojar a los prorrusos del poder institucional -autoritario y corrupto- era un derecho democrático que estaba por encima de la ley. Y se prestaron a actuaciones y presiones que, ejercidas al margen de las urnas y la Constitución, abrieron camino a los que ya pensaban en las armas, y a todos los que creían que su derecho -hablar ruso y plantar cara a las injerencias de la UE- también estaba por encima de la ley. Y los catalanes también están ensayando, aunque no lo admitan, estos peligrosos caminos.

Pero hay más parecidos. Porque hace seis meses todos los ucranianos creían que la UE y la OTAN acudirían en apoyo de su identidad y su integridad, igual que creen muchos catalanes en que, si triunfa su secesión, la UE no renunciará a integrar a un país tan rico como el suyo. Pero nadie se acoquina más que la UE ante un conflicto que haga bajar la bolsa o exija el tributo de un muerto, por lo que de la misma manera que Ucrania se quedó sola con sus guerras, su descomposición política, su crisis energética y su Crimea perdida, también Cataluña se arriesga a que la puerta giratoria de la UE quede bloqueada en el no.

Hace seis meses los ucranianos estaban convencidos de que el desorden duraría poco, que no tendría efectos económicos y que la apertura de la caja de Pandora creaba oportunidades para los occidentalistas, pero no para Putin y sus adláteres. Y muchos catalanes también piensan que solo ellos están sobre el tablero. Y es que todos los conflictos empiezan así: porque alguien cree que serán breves, que todo está controlado, que los demás no van a mover ficha y que su causa es más justa que las otras. Y porque nunca metemos en los análisis la enorme estupidez del género humano. Aunque yo creo, como es obvio, que Cataluña no es Ucrania.