Quinta columna yihadista en Occidente

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

27 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La liberación del periodista estadounidense Peter Theo Curtis, tras dos años de cautiverio en Siria, ha supuesto un breve alivio en la cada vez más tensa proyección internacional del problema del Estado Islámico. El asesinato retransmitido de James Foley conmovió a la opinión pública norteamericana pero, más aún si cabe, a la británica. El discurso del verdugo, en un inglés bien labrado, ha puesto en evidencia que el nido de las serpientes se encuentra en el seno de nuestras sociedades. El sospechoso, Abdel Majid Abdel Bary, es hijo de un abogado egipcio especialista en Derechos Humanos, exiliado en Londres en 1993, acusado por EE. UU. de ser lugarteniente de Osama Bin Laden y colaborador en algunos atentados en África Oriental, y en proceso de extradición desde 1998. De demostrarse que es el culpable, su historia es el ejemplo de cómo la tan deseada integración de los inmigrantes musulmanes, la manida «alianza de civilizaciones», ha fracasado, si no en la primera, sí en la segunda generación. Un alto porcentaje de yihadistas son reclutados en Occidente, entre los jóvenes descontentos e inadaptados, fáciles de engañar con discursos que prometen el paraíso, si llega la muerte luchando por la causa. El problema no solo radica en frenar la captación de estos radicales y su marcha a Irak y Siria, el problema es detectar a la «quinta columna» que se está organizando en nuestras sociedades y que busca extender el califato también a Occidente. Una amenaza tan real como las muertes en los atentados de Estados Unidos, Madrid y Londres, y el asesinato de rehenes en Oriente Próximo.