La UE se arriesga embelesada en su ombligo

OPINIÓN

14 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Irak, Siria y Libia ya son Estados fallidos, donde la normalización a medio plazo es pura quimera. En Egipto hemos jugado con las revoluciones primaverales para acabar apoyando una dictadura militar sanguinaria y corrupta. Turquía, que nos hace la función de Estado interpuesto, camina hacia una confusión de poderes y una islamización que se van a llevar muy mal con la democracia. En Ucrania, donde hemos tratado el nacionalismo étnico con una burda retórica, hemos ayudado a montar un grave conflicto desde casi nada. Y Rusia, que no tiene ninguna cabida en nuestras alianzas económicas y militares, está siendo empujada a coquetear con China.

Israel, que presume de democracia y de asociación preferente con la UE, es en realidad un Estado étnico-religioso, que, partiendo de una legitimidad fundamentalista, mantiene en apartheid a la mitad de su población, hace guerras periódicas contra sus ciudadanos, y está metiendo tal presión sobre el nonato Estado palestino que nadie puede descartar una guerra regional incontrolable. Arabia y Kuwait, que actúan como portaviones de Occidente, son autocracias -peor que dictaduras- de corte medieval. Y todo lo que rodea el Sáhara es una bomba de relojería cebada por el hambre, la miseria, los yihadistas, las dictaduras y las epidemias.

Dentro de la UE también andamos jugando con fuego -pues eso es el neonaciolonalismo emergente-, y obviando la necesidad de instrumentar cuanto antes la política exterior y de defensa común. Por eso tenemos tan escasa capacidad para gestionar la inmigración, el caos demográfico, la seguridad de las fronteras, las diferencias sociales y tantas otras cosas que necesitamos para afianzar este paraíso que, visto como nos gobernamos, parece que nos tocó en la tómbola.

Que seamos una isla de opulencia y libertad en un océano de miseria y violencia no es una buena noticia para nuestra seguridad. Que mantengamos ciegas alianzas con Estados Unidos -cuya esencia consiste en contratarles nuestra protección y mirar para otro lado-, tampoco nos asegura la estabilidad política y económica. Y el hecho de que Obama siga pegado a la vieja estrategia de los dos océanos, que aísla a América de los conflictos y transmite a la OTAN su belicismo sistémico, nos está llevando a favorecer la erupción de graves conflictos en el patio trasero de nuestra casa.

Así que anoten esto en sus carteras: si seguimos por este camino acabaremos comprometidos en este follón caótico y creciente. Y la que se nos viene encima, en comparación con lo que pasa ahora, será como un cáncer terminal comparado con las espinillas de la pubertad. Pero no parece que las advertencias sirvan de nada. Porque sigue siendo cierto que nadie aprendió lecciones de su pasado, ni asimiló experiencias en cabeza ajena. Por eso hemos tropezado siempre en las mismas piedras.