¿Mas un bonzo?: no, solo un incendiario

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

08 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La berroqueña y delirante resistencia de Artur Mas a aceptar la realidad podría terminar provocando en Cataluña y, por tanto, en toda España, un incendio auténticamente arrasador.

En la última comparecencia del curso político que acaba de cerrarse, el presidente de la Generalitat volvió a proclamar, como solo lo hacen los locos y los niños mal criados, que confía en que Rajoy no hará lo que el jefe del Gobierno ha confirmado por activa y por pasiva, a lo largo de los dos últimos años, que sí hará: recurrir ante el Tribunal Constitucional cualquier iniciativa adoptada por las instituciones catalanas con el objetivo de convocar un referendo ilegal para la independencia.

Desoyendo las constantes declaraciones de Rajoy, y el leal apoyo que a su decisión de no permitir la celebración de un referendo de autodeterminación le han prestado primero Rubalcaba y ahora Pedro Sánchez, Mas actúa como si no tuviese la certeza absoluta que sí tiene: que Rajoy recurrirá al TC, pues esa es su innegociable obligación; y que el TC, conforme a su doctrina, anulará cualquier iniciativa destinada a hacer efectivo un acto manifiestamente inconstitucional.

Mas juega con fuego, claro está, pero cree jugar sobre seguro, consciente de que en última instancia otros (el Gobierno, las Cortes y el TC) le impedirán hacer lo que gran parte de sus supuestos apoyos saben que sería una locura -declarar la independencia-, aunque por miedo o conveniencia nadie se atreva a abrir la boca. Por eso, Mas apurará su pulso hasta el final, convencido de que ofrecerse como un mártir siempre será electoralmente más rentable que quedar como un traidor? o como un tonto.

Hay un gran riesgo, sin embargo, que Mas provoca y asume plenamente con su apuesta: que, llegado el momento, los sectores más radicales del nacionalismo catalán se pasen por el arco del triunfo cualquier sentencia del TC y sigan adelante, proclamando unilateral e ilegalmente la independencia, la República catalana o lo que sea. ¿Qué sucedería en ese caso? Pues sucedería que los jueces y fiscales tendrían que aplicar las previsiones del Código Penal, lo que abriría una crisis política de incalculables consecuencias en Cataluña y en España. ¿Se imaginan? Mejor no imaginarlo, pues solo hacerlo pone los pelos como escarpias.

En consecuencia, y por decirlo claro y pronto, Mas juega con fuego, pero no como un bonzo, que se inmola con el valor de los suicidas en defensa de una causa, sino como un incendiario: él provocará un terrible fuego dentro y fuera de Cataluña y luego lo verá sin otro riesgo que el que su jugada electoral le salga peor de lo esperado. Aun en su locura, al bonzo no puede negársele cierta dignidad. El incendiario es, por el contrario, un malvado, que provoca el desastre no sin antes ponerse bien a salvo. Un malvado y un cobarde.