El infierno nos aguarda a la vuelta del verano

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

05 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No es mi intención amargarle a nadie el verano, pero sí me permito recomendarles que, preventivamente, disfruten de cada segundo de su descanso, allí donde se encuentren, porque cuando regresen de la molicie de la siesta, de las cañitas al sol y de las agradables conversaciones en noches a la fresca, el panorama que les aguarda es atroz. Puede que la economía despegue, con sus correspondientes matices en función de cada barrio ideológico y cada circunstancia personal, pero el clima político amenaza con entrar directamente en combustión. Si lo que llevamos de legislatura, con sus demagogias, sus prepotencias y sus dobleces, les ha parecido insoportable, prepárense para adentrarse directamente en el averno.

De entrada, apenas deshechas las maletas, nos espera el espectáculo Pujol, que va a ser algo así como hacerle una autopsia en vivo a esa idílica transición española que tantos años llevamos mitificando, para comprobar como de sus tripas escapa el tufo purulento de la corrupción, el latrocinio y el soborno. El descenso a los infiernos del molt honorable, lejos de quedarse en una purga personal del corazón del hombre que confundía a Cataluña con la huerta de su casa, amenaza con ser un ejercicio de aventamiento de estiércol del que nadie saldrá bien librado. Treinta y cuatro años de mentiras, tropelías y saqueo desvergonzado son demasiados como para no tener cómplices, patrocinadores y vistas gordas en el armario. De modo que agárrense, en Cataluña y fuera de ella, porque Jordi Pujol morirá matando.

Como ejercicio de estilo, podrán comprobar que, a mayor compasión y lástima expresada públicamente hacia el defraudador confeso, mayor responsabilidad en la impunidad con la que los incontables vástagos del clan Pujol Ferrusola emulaban a ese Teodorín Obiang que compra palacetes en París y colecciona ferraris y lamborghinis mientras su padre mata de hambre a los guineanos. Sabemos desde Samuel Johnson que el patriotismo es el último refugio de los canallas, pero si ese refugio es además la cueva de Alí Babá, el canalla y sus compinches no merecen compasión alguna.

Si el desagradable ejercicio de reventar el grano de Ubú president nos coincide además con el tic-tac tic-tac del fantasmagórico referendo catalán, tenemos asegurada la versión más miserable de la refriega democrática. Con todo, ese happening será solo el preludio de un interminable fin de ciclo político. En el año 2015, los españoles vamos a tener que pasar tantas veces por las urnas, que conviene no hacer demasiados planes de escapada rural, no sea que alguna jornada de votación nos coja fuera. Y eso significa que, a partir de octubre, cuando nos hayamos sacudido la arena de la playa, todo será ya campaña electoral. Meses y meses de matraca con promesas de yo lo arreglo todo, chantajes de yo o el caos, vendedores de crecepelo político y discursos adanistas. De ahí que, aunque este verano no haya hecho más que comenzar, yo ya esté pensando en el siguiente. Que descansen.