Pobreza infantil: el reparto de la miseria

OPINIÓN

17 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Aunque estas cosas forman parte del mundo invisible son, sin duda, las más definitorias de la situación social por la que transita el país. Mientras oráculos y tertulianos se devanean los sesos sobre lo que estará pasando con el mapa electoral y los peligros ideológicos que nos acechan, sucede que hay miles de personas que están pasando por situaciones de extrema necesidad. Una bomba.

Lo saben las organizaciones que intentan paliar este desastre, y nos lo recordaban no pocos responsables educativos ante el cierre veraniego de los centros escolares y sus comedores. La pobreza infantil es un cáncer que se desarrolla en hogares donde no existe una, al menos, fuente regular de ingresos. Para no perdernos con cifras porcentuales de tasas de pobreza, baste señalar que solo en el último año unas 365.000 personas dejaron de percibir cualquier tipo de prestación por desempleo en España (en Galicia, unas 20.000). Y que hemos dejado de gastar unos 500 millones al mes en estas personas en el conjunto de España. Una alegría austericida. Muchas de estas familias y las que ya estaban sin ayuda (las familias de más de dos millones de parados que ya estaban sin subsidio en España y más de cien mil en Galicia) tienen hijos que están en obvia situación de pobreza.

Cuando nos estamos dejando de gastar 500 millones al mes en protección a las familias en desempleo en España y 25 millones al mes en Galicia, discutir sobre el reparto de 17 millones anuales para paliar el desastre causado en España por aquella creciente desprotección es una penosa constatación de lo despistados que andan algunos. Hablemos en serio. No se palían 500 millones menos al mes con 17 millones al año, ni 25 millones menos al mes con, pongamos, 1 millón al año. La ministra de Sanidad y la conselleira de Traballo deberían hablar muy en serio de estas cosas con el Ministerio de Empleo y con sus respectivos presidentes.