Pelotas en expectativa de destino

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

13 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El día que el teléfono deja de sonar. Cuentan muchos ex que ese es un día duro. El día en el que constatas que lo que interesaba de ti era solo tu poder. El momento en el que se esfuman chaqueteros y lameculos, esa especie humana tan fecunda y que tan bien se aclimata, pues lo mismo enjabonan al rey que al presidente de la comunidad de vecinos. Todos los aduladores profesionales deben de andar estos días en expectativa de destino, a la espera de acertar con la elección de nuevo líder. Estamos en tiempo de mudanza y el que antes, por decir algo, era capaz de observar en el rictus corrientucho de Rubalcaba una referencia a Paul Newman andará en estas horas atribulado y nervioso. Posicionarse bien en los momentos fundacionales es muy importante; un piropo a destiempo puede frustrar la carrera de un pelota como dios manda. Los imagino desconcertados en el caos, pues durante esta nuestra Gran Recesión han caído algunos de los personajes más adulados de Galicia. Había banqueros, por ejemplo, que disponían de lo más parecido a una corte, un descomunal ejército de cobistas que hoy reniegan de sus líderes con la misma vehemencia que antaño dedicaron a esparcirles jabón por el lomo. Es fácil imaginar a los caídos retirados en sus fastuosos cuarteles de invierno escrutando la pantalla inerte de un teléfono al que ahora solo llaman los abogados encargados de explicarles la dureza del banquillo de los acusados y el viento helador que precede al desprecio. Todos aquellos cameladores chapotean ya en otras charcas y como, hicieron antes, también callarán cuando la porquería vuelva a entrar en palacio.