Sanidad y educación

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

07 jul 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A Jacques Delors no tuve el gusto de conocerlo. Me hablaba mucho de él y con gran admiración, mi compañero de Mesa de Ajuria Enea, Juan Mari Bandrés. Me confirmaba su ilusión europeísta. La Europa de los ciudadanos. Su capacidad para alcanzar acuerdos mediante reuniones que solo terminaban cuando había punto de encuentro. Tales antecedentes me llevaron a seguirle la pista desde su obra escrita. Hoy la repaso.

Mientras nuestra Galicia ha destruido empleo público en áreas tan sensibles para los derechos sociales como sanidad y educación, no tengo por menos que repasar el Libro Blanco sobre Crecimiento, Competitividad y Empleo que a modo de informe y compromiso dirigió el gran europeísta. Añado otra de sus obras: Los cuatro pilares de la educación.

Los servicios de la vida diaria; los servicios de mejora del marco de la vida; los servicios culturales y de ocio; los servicios de medio ambiente. Para aquel ilusionante proyecto de Europa estas actividades tenían en común: cubrir las necesidades sociales insatisfechas, que se configuraban en mercados incompletos, su ámbito de producción o prestación estaba localmente definido y suponían un enorme potencial en la generación de empleos. Estaba diseñando la Europa capaz de abrir los nuevos yacimientos de empleo para responder al concepto de ciudadanía del siglo XXI.

Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. La crisis provocada por la especulación financiera impone dicterios -no ya directivas- que obligan no solo a perder soberanía nacional por endeudamientos que se alejan de esa Europa donde el bienestar era capaz de transformarse en nichos de empleo.

Al margen del modelo económico donde es imprescindible crecer para generar empleo, hay que preguntarse los motivos por los que aquel empleo nada tiene que ver con el que se ofrece, ni en calidad, ni en ubicación sectorial. Hoy se contratan médicos y enfermeras por horas, se les da de baja en fin de semana, y así ni se les paga ni se cotiza a la Seguridad Social.

Las comunidades a las que se exige cumplir unos objetivos presupuestarios, donde la incertidumbre de los ingresos amenaza con superar los límites del déficit, se ven obligadas a destruir empleo en los dos sectores más sensibles; la sanidad y la educación, con las graves consecuencias que genera en el derecho a la salud y en el derecho al conocimiento.