Conviene que lo tengas presente, amigo lector. Lo que defraudas tú, lo pagamos todos. Lo dice la Agencia Tributaria, que como todos los años por estos calores nos baña de mensajes para que cumplamos con nuestras obligaciones. Pagar es una cuestión de solidaridad y compromiso, eso lo tenemos claro. Lo que no alcanzamos a comprender es si ese esfuerzo lo hacemos todos o solo una parte. Y si, además, estos que ahora nos piden solidaridad son precisamente los que deben de hacerlo.
Porque el Gobierno de Rajoy podrá presumir de todo lo que guste, pero en temas de fiscalidad puede hacerlo más bien poco. Su trayectoria la marca la subida de impuestos, contra las reiteradas promesas, las amnistías fiscales, los pagos en negro, las obras en su sede, las financiaciones oscuras, los dineros en paraísos, los trucos para evadir parte de los salarios; en fin, y ahora una bajada impositiva para hacer felices a las rentas más altas.
Y con este panorama, un año más, nos llaman a la solidaridad y al compromiso y en un mensaje provocador, señalando al contribuyente trabajador y honesto, hacen recaer sobre ti y sobre mí la responsabilidad de que el Estado recaude para aspirinas y libretas después de lograr que España sea el país de la OCDE donde más han aumentado las desigualdades, en los últimos cuatro años.
El nuevo rey habló en su proclamación de ejemplaridad, que «con toda razón» demandan los ciudadanos. Pero quienes ahora nos atosigan con acusaciones de fraude no le prestaron demasiada atención. Estarían cavilando en cómo el fraude y la economía sumergida se nos llevan casi 100.000 millones al año. Y los que defraudan no somos ni tú ni yo.