La equívoca fascinación de la república

Xose Carlos Caneiro
Xosé Carlos Caneiro EL EQUILIBRISTA

OPINIÓN

16 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Resulta ingenuo, e intelectualmente banal, que algunos pretendan identificar república y democracia. Es un error primario que comete uno de los más decaídos prebostes de la izquierda desde la revolución industrial, que ya llovió, el señor Cayo Lara. Y un error más elemental es ponerse en la tribuna del Parlamento a decir, como dijo la señora Fernández Dávila, a la sazón diputada del BNG, que su formación política reclama la república independiente gallega. Vence, el neolíder nacionalista, también lo dice. ¿En qué país de ficción habita el BNG? ¿Aún nadie ha percibido en el ámbito del Bloque que cada vez se alejan más de la gente, que es la que vota en democracia? Pero la república tiene su errónea fascinación, sus armas de seducción que impiden ver la realidad. Porque las repúblicas pueden ser provechosas, o no. La del Congo, la siria, cubana o venezolana, la iraní, etc, son repúblicas preferibles a las monarquías holandesa, británica o sueca? ¿Una república presidida por Aznar, por escribir un nombre grato a la izquierda, sería más emancipada y tolerante que una Jefatura del Estado ostentada por Felipe VI? Es fácil hacer demagogia con las palabras. Lo difícil es argumentarlas, sostenerlas y -sobre todo- conseguir convencer al pueblo. Sus representantes, por cierto, hace cinco días hablaron. Democraticamente. El 85 % refrendó la continuidad monárquica.