Irak bajo el terror islamista

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

15 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

A pesar de ser una posibilidad cada vez más factible, sobre todo tras las infructuosas denuncias que las Unidades de Protección Popular -integradas fundamentalmente por kurdos-, advirtiendo del imparable avance por toda Siria del Ejército Islámico de Irak y Levante (EIIL), y que se habían hecho fuertes en la región de Raqqah, a nadie pareció importarle demasiado. Para el Gobierno de Bachar al Asad, que los islamistas radicales mantuvieran ocupados a los kurdos y otros grupos opositores laicos era una ventaja militar, para los turcos que han hecho la vista gorda con los que traspasaban su frontera hacia Siria, una forma de contraponer con luchadores suníes al Ejército que apoya al Gobierno chií, y el resto del mundo ocupado con la crisis económica, la debacle de Ucrania, el resultado electoral en los comicios europeos, los cambios en las cúpulas del poder y los preparativos del Mundial de fútbol, fue incapaz de decidir cómo y dónde actuar.

Ante el vacío de poder y la desidia internacional, el ISIS, el hijo más brutal del grupo terrorista de Al Qaida, bajo la dirección del sanguinario Hamid al Bagdadí, fue ganando terreno tanto en Siria como en Irak. La ocupación por el EIIL de las ciudades suníes de Faluya y Ramadi, marginadas por el revanchista presidente chií Al Maliki, en enero de este año, resultó un paseo. La toma de Mosul, la segunda ciudad más importante de Irak, tampoco fue difícil. Mientras el Ejército iraquí, mal dirigido y peor aleccionado, se retira, los terroristas, avanzan de manera imparable hacia el sur camino de Bagdad y las ciudades santas de Nayef y Kerbala. Solo los kurdos han sido capaces de hacerles frente. Mientras más de medio de millón de personas, bajo temperaturas que superan los 40 grados, huyen en busca de refugio en la única región segura, el Kurdistán, se cierne una nueva crisis humanitaria para una población que lleva embarcada en guerras desde 1980 y en una región que es un polvorín. De no actuar rápido, tendremos un nuevo régimen talibán en posesión de uno de los mayores yacimientos petroleros del mundo.