Balada triste por una Europa incierta

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Europa, Europa, ¿qué será de ti a partir de mañana? ¿Qué quedará de tus viejos ideales? ¿De dónde sacarás empuje para volver al puesto que siempre has tenido en la historia? He seguido la campaña electoral española y ha sido todo menos una campaña para el Parlamento Europeo. Un gran líder como el presidente Rajoy no pidió el voto para construir la gran Europa nueva, sino para que no vuelvan los socialistas al poder en España. Un hombre de ponderación intelectual como Rubalcaba dejó que su partido obtenga los votos de una pobre declaración de fondo machista y permitió que en ella se diluyera su oferta europea. Y los demás se adentraron en la espesura electoral con un solo aliciente: dar el golpe de gracia al bipartidismo.

He seguido las campañas en los demás países de la Unión, y no han sido tan diferentes. Los asuntos internos de cada nación dominaron los mensajes. Era como si, en vez de plantear una Europa de vocación unitaria, viésemos un renacimiento de las fronteras, de los hechos diferenciales y, por tanto, de los intereses y egoísmos de cada país. Observé un alarmante acercamiento de los partidos conservadores al pensamiento xenófobo de la extrema derecha y los populismos, coronado por ese Sarkozy que pidió que se anule el Tratado de Schengen. Y confirmé esas impresiones con el testimonio de un español que tuvo la máximas responsabilidades en política exterior y califica las campañas como «deprimentes».

Y observé el perfil de los candidatos a presidir la Comisión, los señores Juncker y Schulz, y ninguno de ellos me suscita el menor interés. No les veo mayor talla que a Durão Barroso. Uno por conservador y otro por alemán, tienen todos los números para ser juguetes de la señora Merkel, que sigue siendo la auténtica jefa ejecutiva de la Unión. No les observo una idea que mejore la situación de una Europa que ha perdido protagonismo, que ya no es centro de las decisiones, que es incapaz de hacer oír su voz en los conflictos, por próximos que sean a su frontera, y que no tiene más remedio que seguir los pasos y los dictados de Estados Unidos.

Los pronósticos dicen que Europa seguirá perdiendo ese papel, y no escuché a nadie que prometa recuperarlo. Europa paga el gas y el petróleo tres veces más caros que Estados Unidos, y no escuché a nadie que plantee ese grave problema para competir.

Y países de tanto poderío como Francia, el Reino Unido o Francia enviarán mañana al Parlamento Europeo partidos como el de Le Pen, Beppe Grillo o la UKIP, que se proponen destruir la Unión. Con esos datos para esta jornada de reflexión, lo que menos me preocupa es quién ganará mañana. Me preocupa en qué manos vamos a dejar lo que alguna vez soñamos como patria europea común.