La eternidad y un día

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

18 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ahora que se ha reabierto la cueva de Altamira, ¿cuánto dura un segundo ante esas pinturas increíbles? Siglos. ¿Cuánto dura un segundo en el que cerramos los ojos y nos acordamos de la tormenta en el Calderón con los Rolling Stones en el escenario? ¿Cuánto dura la lectura de Hamlet? O ¿cuánto dura el momento antes de entrar en una operación para ser anestesiado? ¿Cuánto dura el segundo en el que te pusieron a tu primer hijo en los brazos? ¿Cuánto dura el parto de una mujer? El tiempo es moldeable. Solo tiene un límite claro: la muerte. Lo demás es actuación. Lo demás puede ser la eternidad y un día. Los niños creen, a veces, que son eternos, cuando no han sido sacudidos por la pérdida de un ser cercano. Mucho de su desparpajo tiene que ver con esa condición de intocables. La vida como un juego que no va a terminar nunca. La mayoría de los niños que nacen en países occidentales nacen en un recreo. No saben todavía que los minutos no son de ida y vuelta. Los minutos que se van no vuelven. Así es que cuando pierden a alguien se les dice que se fue de viaje, que se fue al cielo, que allí estará bien. Más que nunca, nadie hoy llama a la muerte por su nombre terrible. Y seguimos viviendo como si el tiempo no tuviese ese límite abrupto y total.