Trifulcas políticas e ideas compartidas

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

08 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Ayer por la mañana, mientras socialistas y populares dirimían en el Congreso su enésima querella sobre el reparto de culpas, me tocaba moderar un debate entre estudiantes de Derecho. Les había planteado el tema de la crisis: ¿Quiénes la causaron, quiénes la pagan, cómo se sale? Ninguno intentó, ni por asomo, contestar a esas preguntas. Ya desde el inicio, emulando a los tertulianos televisivos, los dos grupos contendientes levantaron las banderas del PSOE y del PP y se enzarzaron en un rifirrafe sobre los recortes tan baladí como estéril. Zapatero a la hoguera, Rajoy al paredón. Rosas y gaviotas a la greña. Exactamente igual que en el Congreso de los Diputados.

Cada vez estoy más convencido de que las trifulcas entre los dos partidos mayoritarios solo sirven para ocultar posiciones idénticas en materia de política económica. En cuanto obviamos la retórica -el verbo florido o el aguijón venenoso-, la perspectiva sombría que caracteriza a quien ejerce la oposición y el triunfalismo exultante que adorna a todo gobernante, ¿qué nos queda? El credo neoliberal campa a sus anchas y las ideas económicas de ambos partidos parecen siamesas. La reyerta de ayer entre las dos Sorayas, la vicepresidenta del Gobierno y la portavoz socialista, no hace más que reafirmarme en la tesis.

Dijo Sáenz de Santamaría que los socialistas aplicaron en España «el recorte social más grande de la democracia». Lo extraño de la afirmación, a la vista de lo que vino después, cuando la motosierra del PP funcionó aún con mayor entusiasmo, estriba en su intención. La vicepresidenta, en vez de aplaudir a Zapatero por abrir la senda del austericidio, utilizó su sentencia como arma arrojadiza. En vez de acusarlo de tibieza en el manejo de las tijeras o de aprobar una reforma laboral pacata e insuficiente para rebajar los salarios, lo condena por exceso. ¿Pero no habíamos quedado en que los sacrificios eran necesarios para recuperar la competitividad perdida? Cosas veredes.

Pero hubo más en el debate de ayer. Mientras la vicepresidenta anunciaba el fin de los recortes y un plan de reactivación de la economía, su tocaya, la socialista Soraya Rodríguez, preguntaba: «¿Para qué ha servido tanto sufrimiento?». Eso, ¿para qué? ¿Lo interpreta usted, amigo lector, como muestras de autocrítica y arrepentimiento? Ojalá.

-¿Y qué hay de lo mío? -inquiere mientras tanto el ciudadano de a pie. El mismo ciudadano que, cuando se le pregunta, asegura que todos los políticos son iguales y despacha a los partidos con la peor nota a la hora de valorar las instituciones de este vapuleado país.

-De lo suyo, nada, mi querido amigo. Sus problemas no tienen encaje en la apretada agenda electoral de estos días.