Tengo peor cuerpo que la Scarlett

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

OPINIÓN

27 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

La semana fue tonta, aprisionada entre el Viernes Santo y el puente de mayo, así que quizás por eso el sofocón informativo fue Scarlett Johansson en bolas. La imagen forma parte de la campaña de márketing de su próxima película, pero lo suculento del asunto no son los bordes elípticos de la anatomía de la actriz, sino la decepción planetaria por su complexión mundana. Muchos encontraron en el aspecto rechoncho de la moza una normalidad insoportable; tanto, que el chasco universal fue enseguida contraprogramado con la etiqueta que titula estas líneas y que viene a significar: a las diosas no me las toquéis que las necesitamos en el trono. La perrencha es típica de estos tiempos: ¡la realidad no me interesa! O sea, que preferimos el Photoshop a la lorza; engañarnos con una perfección inasequible, que tramitar el aspecto irregular con el que se manifiesta la vida.

Es lo que hizo Zapatero al negar la crisis, aplicarle bótox a la recesión para ver si nos engañaba su aspecto. El truco funcionó hasta que el relleno se descolgó y ofreció ese aspecto grotesco que ensayan las caras devastadas por las reconstrucciones estéticas.

Es lo que hacen los de ahora. La macroeconomía y sus mejoras sería el cuerpo idealizado de Scarlett, una realidad turgente que cada día está más buena pero que pocos han visto en su casa. La silueta que tanto ha decepcionado al mundo es la puñetera y cruda verdad. Aunque duela despedir a una diosa.