Inquietantes avisos de las encuestas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Uno de los topos (personas que vivieron escondidas durante todo el franquismo) descubiertos por Manu Leguineche y Jesús Torbado confesó: «Desengáñense, que solo hay dos partidos, el de los pobres y el de los ricos». No debe ser verdad del todo, porque nunca hubo tantos ricos en España como para dar el poder a su partido, que por lógica tiene que ser el conservador. Tampoco el teórico partido de los pobres ha sido consecuente con esa idea, porque ni los pobres han disminuido durante sus mandatos, ni los ricos han dejado de enriquecerse. Pero sobre ese principio bipartidista y social, tan simple como genérico, se escribió una buena parte de nuestra historia política. Lo reflejó Nicolás Redondo en una frase que hizo época: «No hay nada más tonto que un obrero de derechas».

Ahora hay una corriente de opinión empujada desde hace meses por las encuestas de intención de voto: el bipartidismo se agota. Está en franca decadencia. El sistema de alternancia sobre el que se sustentó la restauración monárquica está en crisis. No es que el PP gobernante se desgaste en el ejercicio del poder. No es que el PSOE sufra una falta de conexión ideológica con la sociedad. Es que caen los dos, y en la misma o muy parecida proporción. Entre ambos pierden más del 20 % del respaldo popular que tuvieron en las últimas elecciones generales. No es un drama, pero abre grandes incógnitas sobre la futura gobernabilidad del país. Se alumbra un cambio de cultura política de imprevisibles consecuencias.

Yo os digo: no deis por fenecido el bipartidismo. Por ahora solo sufre una enfermedad de cabreo y decepción, porque se ha mostrado incapaz de resolver los grandes problemas nacionales, desde el empleo al sentimiento de unidad nacional. Y por ahora solo es un debilitamiento en las encuestas, y falta por ponerse en funcionamiento el voto útil. Cuando pasen las elecciones europeas, con sus componentes de ausencia de riesgo y de necesidad de castigar a los mayoritarios, vendrán otras elecciones, autonómicas y generales, y en ese momento la gente se preguntará para qué sirve su voto, y ahí es cuando renacen los auténticos partidos de gobierno.

Pero hay una cosa que los señores Rajoy y Rubalcaba y sus respectivos equipos deben saber: aunque no haya una muerte decidida, sí existe un ambiente de despedida del sistema. Y ellos son en parte los culpables. Si se dedican a destruirse, lo conseguirán. Si son incapaces de cooperar en las grandes soluciones que requiere el país, el votante tendrá todo el derecho del mundo a buscar otras alternativas. Y si estas alternativas suben a costa de PP y PSOE, nuestra democracia será mucho más abierta y emocionante; pero difícil de gobernar.