Tres naufragios y muchos interrogantes

José Pino TRIBUNA

OPINIÓN

22 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

U no es mala suerte, dos es una casualidad, tres en cuarenta días es una temeridad. Busquemos explicaciones antes de que las escopetas empiecen a disparar sin blanco definido. Se han activado todas las alarmas y toca apagarlas antes de poner en duda todo el entramado profesional que mantiene una actividad. Dieciocho hombres por la popa en tres naufragios, lo que serían dos tripulaciones enteras, es una irresponsabilidad. Tocan a rebato y que cada palo aguante su vela.

Lo único constatable en el accidente del Mar Nosso es una pérdida alarmante de estabilidad. ¿Intentando meter una copada de caballa? ¿Con la copada en cubierta y una trincada de timón con máquina avante?, ¿Alguien se lee los cuadernillos de estabilidad de los barcos? ¿Dónde tenía la pesca capturada hasta ese momento, en bodega o en el parque de pesca? ¿Cómo estaba de capacidad de gasoil en tanques, de peso bajo? Tardar diez minutos en hundirse es un mundo, no es una inmediatez, ¿por qué no activan la llamada de socorro? ¿Por qué no se activa la radiobaliza en el momento del hundimiento? ¿Por qué no salta la apertura de ninguna balsa salvavidas?

El accidente recuerda al hundimiento del Rosamar portugués en aguas de la Estaca de Bares. ¿Está demostrada la idoneidad de estas unidades de popa rasa para el arrastre en el Cantábrico? ¿Por qué amparados en un censo de pesca abundante los españoles nos seguimos haciendo con unidades portuguesas de cuarenta años como este barco? ¿Realmente cumplen todas las exigencias técnicas los barcos extranjeros trabajando en nuestro caladero como cumplimos los españoles?

Les aseguro que hay respuesta para todo y este accidente pondrá al descubierto que no todos jugamos con las mismas cartas en la misma mesa de juego. Eso sí, que cada uno se haga cargo de sus deberes y derechos, las familias de los fallecidos así lo exigirán. Y aunque parezca un contrasentido, alégrense de que estuviera calma chicha por una parte y que la niebla levantara al extremo de haber una milla de visibilidad, de lo contrario los cinco hombres que estaban en el agua, y los dos en la quilla del barco, no lo cuentan. Sigo insistiendo en el compromiso de la flota pesquera en la inmediatez de la solución de naufragios y accidentes varios, los helicópteros llegaron simplemente a recoger del Mar da Galega y del Kica el trabajo realizado. Se abre además un curioso y futuro debate, a la vista de las biografías de los embarcados, la gran mayoría de los profesionales a día de hoy pasan de cincuenta años, jubilaciones en el horizonte y sin rastro de relevo generacional. Tengan todos presente que los últimos acontecimientos no ayudan en absoluto a la incorporación de savia nueva a la tan digna y damnificada actividad pesquera.

José Pino es capitán de pesca.