El mercado laboral más flexible del mundo

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

11 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Desde hace más de treinta años día sí y día también se nos machaca con la afirmación de que el insoportable nivel de paro que sufrimos se debe a una supuesta rigidez del mercado de trabajo y que bastaría con flexibilizarlo para resolver el problema.

Detrás de esta idea -un prejuicio fundamentalista en realidad- llevamos tres décadas reformando el mercado de trabajo siempre en la misma dirección: precarizando más las relaciones laborales. Y sin embargo, el mercado laboral español es extraordinariamente fluido, hasta el extremo de ser precisamente ese su principal problema, algo que se comprueba en cuanto se profundiza en las variables laborales.

Los datos del mercado de trabajo se presentan habitualmente en forma de saldo neto, ocultándose los procesos de entrada y salida, de altas y bajas que están detrás y que llegan a marear. Por ejemplo, desde el 2009 al 2013 se han destruido en España 3 millones de puestos de trabajo ocupados por asalariados, pero en esos mismos cinco años se han registrado 72 millones de contratos de trabajo en las oficinas del servicio público de empleo. No, no es un error y lo ha leído bien: al mismo tiempo que se destruyen millones de empleos asalariados, se firman decenas de millones de nuevos contratos laborales. España bate todos los récords en estas dos variables: somos el país que más empleo destruye y el que más contratos firma en toda la UE. Y alguna relación habrá entre ambas cosas.

Este flujo brutal, desmesurado, casi incomprensible de contratos es, obviamente, la consecuencia de un modelo laboral precario, porque la inmensa mayoría de estos contratos son temporales. En estos cinco años, para un colectivo de 3,6 millones de asalariados temporales se registraron 66 millones de contratos, de tal forma que cada temporal, de media, firmó 18 contratos de trabajo. Trabajadores con contratos precarios que rotan por diferentes empleos y actividades, que les duran meses, semanas e incluso días. Otro ejemplo. En marzo del 2014 hubo una pequeña reducción del paro registrado, apenas 16.290 desempleados menos, pero el flujo por las oficinas del servicio público fue ingente: en ese mes 690.000 personas se inscribieron como demandantes de empleo al mismo tiempo que se dieron de baja 716.000. Así que el flujo de altas y bajas, de entradas y salidas en el desempleo, multiplica por casi 100 veces la reducción del paro en ese mes. Reducción del paro que no implica encontrar empleo porque casi la mitad de las bajas fueron por no renovar la demanda. Lo mismo ocurre con la afiliación a la Seguridad Social, porque el aumento neto de 46.886 cotizantes en marzo del 2014 es el resultado de un flujo de altas y bajas que produce vértigo. En los 21 días de registro, se dieron de alta más de 1,6 millones de personas y de baja 1,55 millones, con algunas cifras de récord mundial: el primer día del mes se afiliaron al sistema 238.086 personas y el último se dieron de baja 166.279.

Son cifras que marean: en un país que no crea empleo cada año se firman 14 millones de contratos, se realizan 19 millones de altas en la Seguridad Social y se dan 9 millones de bajas en el paro registrado en las oficinas públicas de empleo. Y aún dicen que hay poca flexibilidad.