Pesadilla en la oficina

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

06 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

No contentos con saber que hay cámaras observándonos a cada movimiento, descubrimos que ya no podemos mirar a los compañeros de trabajo sin sospechar que podría tratarse del jefe camuflado con mostacho y peluquín, que ha venido a espiarnos. El jefe infiltrado, convertido en el mejor estreno de entretenimiento de La Sexta, comparte voz en off con Pesadilla en la cocina y su esquema tampoco dista mucho del espacio de Chicote, salvo que aquí los errores no son de los que llevan el negocio, sino de los empleados. El espacio está más cerca de una campaña de imagen que loa las virtudes de la empresa y el control de calidad del patrón, responsable de una cadena de pizzerías en el primer programa.

Más que al efecto sorpresa de ver a un superior fuera del despacho y enfangado en tareas pedestres, su éxito se debe al imbatible imán de la sensiblería y los cuentos de hadas. Porque una vez que, de incógnito, ha sondeado el terreno, el sosegado jefe expone con templanza sus reproches para, acto seguido, sacar la chequera. A la empleada estresada le paga un crucero con su familia, solo para que se relaje; al trabajador que no llega a fin de mes, un ascenso y una beca de 10.000 euros para sus hijos; y a la chica que anda justa de inglés, un curso con viaje a Londres incluido. Un ímpetu dadivoso que deja pequeña a Toñi Moreno.