Las huellas de la crisis sufrida por la economía gallega han dejado constancia en las cifras de la industria. Descenso de la importancia del sector y pérdida de su contribución al PIB son las manifestaciones más ostensibles de los últimos años. A ellas hay que añadir los efectos derivados de la relocalización y deslocalización de empresas y una disminución del posicionamiento internacional. Sin embargo, en los últimos trimestres del pasado año se ha producido un ligero repunte.
¿Qué factores explican esta nueva tendencia? ¿Asistimos a un cambio de rumbo? En el último Consenso Económico de PwC se abordan las respuestas a estas preguntas. El cuestionario remitido a las empresas apunta que las causas de dicha mejora se deben a cuatro factores: a) la contención de los costes laborales, aspecto que redunda en la competitividad respecto a los rivales; b) una mayor orientación exportadora de las empresas, debido a la menguante demanda interna; c) un aumento del emprendimiento empresarial, fomentado desde instancias privadas y públicas; y d) las mejoras efectuadas en el sistema de formación profesional, que permiten aumentar los niveles de cualificación.
Si analizamos más detalladamente estas repuestas, podemos afirmar que viendo una actual tendencia positiva, esta todavía es insuficiente. Varios elementos justifican nuestra contundencia. El sector industrial gallego está todavía muy por debajo del promedio europeo (17,4 % por el 30 % del PIB, respectivamente). En este sentido, convendría llevar a cabo algún plan o alguna recomendación de cara a incrementar la participación y contribución, tales como políticas de inversión en I+D y en innovación. Al mismo tiempo, evitar que ciertas medidas gubernamentales no cercenen las posibles apuestas y desarrollos, como es el caso reciente de las subidas e incertidumbres sobre el precio de los suministros energéticos. Y claro está, debemos combinarlos con una mejora de la percepción de la marca España, que elimine comportamientos y actuaciones penosas, como los fallos de los aviones de nuestros dirigentes o de los espectáculos de los presidentes y directivos de grandes empresas entrando en los juzgados.
Lo que incide el panel de encuestados es que la orientación de la industria española debe apostar por su internacionalización y por su vocación exportadora. En este punto hay que detenerse un poco. Solo se puede apostar si existe financiación y se conocen los nuevos mercados. En el primer caso, el acceso al crédito todavía no está resuelto, ni tampoco se le espera a corto plazo. Y, en el segundo, tenemos que esforzarnos mucho para recuperar el tiempo perdido respecto a nuestros competidores.
¿Qué hacer mientras tanto? Sugiero apostar por el comercio exterior de productos de media y alta tecnología. Esta apuesta renovaría y reforzaría las políticas internas de apoyo a la inversión en I+D+i; alentaría a nuestro capital humano (corrigiendo y actualizando sus capacidades); generaría mayor valor agregado a nuestras industrias; se anclarían las bases geográficas de las empresas, evitando acciones de deslocalización; y se redoblaría la capacidad de emprendimiento empresarial, renovando las cúpulas de las organizaciones.
En Galicia la situación es un tanto peculiar. De una parte, las tasas de variación interanuales negativas de los años 2010 (-1,3 %), 2011 (-2,8 %), y 2012 (-1,3 %), se contraponen con la tasa positiva obtenida en el 2013 (1,9 %), aunque fuera decreciendo a lo largo de los trimestres del año. De otra parte, en lo referente a la población ocupada en las ramas industriales se aprecia un descenso notable (-4.600 personas en el año 2013); idéntico comportamiento negativo que el registrado en los análisis de demografía empresarial donde el número de empresas disueltas es mayor que las emergentes. O sea, un comportamiento diferencial respecto a España, pero no en términos positivos. Los recientes casos de cierre o ajustes de empresas, la paralización de proyectos de ampliación o la falta de criterios selectivos para captar capitales son buena muestra de lo comentado.
Necesitamos, en consecuencia, una industria fuerte, eficiente y competitiva. Y solo la podemos alcanzar si apostarnos por ella. Con ello contribuiremos al crecimiento y al empleo, que constituyen las misiones más urgentes de los tiempos actuales.
Fernando González Laxe es Expresidente de la Xunta de Galicia.