Mentiras, grandes mentiras y estadísticas

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

27 ene 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Aquí y por ahora, nadie confía, y menos aun se cree, lo que dicen quienes mandan. Parece que alguien ha diseñado una estrategia de comunicación. Lo mismo que antaño se hizo famosa la frase «España va bien, España funciona», tras decir lo contrario y consecuentemente «¡Váyase señor presidente!». Hoy la consigna es «Se terminó la crisis». Toda la maquinaria estadística del Estado trata de señalar que hemos encontrado abierto el mar Rojo para llegar a la tierra prometida.

La cuestión tuvo tres etapas. Promover la necesidad del cambio, lo que tuvo la perversa consecuencia de una mayoría -desesperada- que votó a favor del PP y contra ZP. Justificar lo injustificable para hacer lo contrario de lo ofertado, por cuestiones de herencia. Aprovechar el mal estado del enfermo para conformar reformas a imagen y semejanza de la derecha cañí que esperaba su oportunidad desde que Felipe y sus chicos de la nueva generación socialista pusieron a este país a ser y estar, como aquella Europa de Perpiñán -El último tango en París- con sus libertades y derechos del ciudadano.

Lo que hasta el silente Rajoy no puede lograr es que seamos ingenuos. Cualquiera sabe que la prima de riesgo es pariente directa del FMI y sobre todo del BCE, con sus intervenciones monetarias. Cualquiera sabe que las cifras del paro son consecuentes con la población que se ha marchado, destruyendo población activa. Cualquiera sabe que gracias a las reformas del espacio para las condiciones sociolaborales, en favor del empresariado, el empleo que se crea es una basura, por tiempo y salario. Cualquiera sabe que la economía apunta a un bajo consumo por pérdida del poder adquisitivo de sueldos y pensiones. Cualquiera sabe que la crisis es de ingresos y que el recorte del gasto impacta en la calidad de los derechos sociales que marcan el espacio de la ciudadanía. Cualquiera sabe que lo del aborto no solo es una agresión al derecho de la mujer para escoger, es también un truco para fijar la atención en una discusión que no da de comer a los pobres.

Mientras, la derecha nacionalista catalana se dedica a vender que «España nos roba», «España no nos sirve». Pero Europa no les quiere. Así se expresaba W. Churchill: «Solo creo en las estadísticas que he manipulado». Quizá siga siendo la única verdad.