¿Volviendo a casa por Navidad?

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

31 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En los últimos ocho años el paro registrado en Galicia ha escalado hasta las trescientas cincuenta mil personas. Tanto este como el estimado por la encuesta de población activa ha crecido en unas ciento cuarenta mil. Hoy somos apenas un millón de personas las que figuramos como ocupadas.

En este panorama (que se extiende a lo largo y ancho de la economía española) no es extraño que buena parte de esas decenas de miles de personas, y más cuanto más jóvenes, busquen en la emigración una vía laboral y personal que el país natal les está escamoteando.

Considero este asunto un síntoma del rotundo fracaso económico del país, a pesar de que cada vez con mayor frecuencia escucho a quienes razonan que la emigración es un signo de vitalidad y dinamismo del mercado de trabajo (antaño se decía de aventura). Incluso hay quienes opinan que son los más jóvenes y los más preparados los que más deben emigrar porque son los mejores. Que los que quedan son, con perdón, unos inútiles y unos vagos.

Quienes así razonan ocultan con toda intención que si en Galicia igualásemos la tasa de empleo media de la Unión Europea tendríamos que tener casi doscientos mil ocupados más, y que con esa cifra absorberíamos todo el desempleo generado en estos últimos años. La pregunta debía ser, claro está, ¿por qué nuestra economía doméstica no puede generar esos empleos y otras economías europeas sí?

Una parte de la explicación habría que buscarla en la debacle financiera en la que algunos nos metieron, otra parte en la incapacidad de varias de las mayores fortunas de España (que residen en Galicia) para capitalizar iniciativas emprendedoras en sectores internos diversos. Sin duda a ello también está contribuyendo la prolongación de la vida laboral de los mayores, cuando no su pluriempleo para compensar la llamada devaluación salarial. Y por señalar aquí un último factor, pues podrían añadirse otros, un sistema de financiación de la Seguridad Social que libera al que menos empleo crea y penaliza las actividades más intensivas en empleo.

Con este cóctel social y económico se nos dice que la solución está en emigrar. Y se dice por los mismos que, punto y seguido, se echan las manos a la cabeza alarmados porque con tanto emigrante las pensiones de la próxima generación no se podrán pagar.

Pero no, la solución no está en regresar a casa por Navidad. Está en trabajar fuera de Galicia o de España solo si es por libre elección y teniendo aquí alternativas dignas de empleo. Si acaso irse de turismo a Berlín o Ginebra un puente de diciembre.

Porque si, por ejemplo, tuviésemos aquí el mismo número relativo de empleados en actividades de investigación (en relación a los ocupados) que en la media europea, tendríamos que tener a dos mil quinientos jóvenes más dedicados a eso. En vez de estar regalando a precio de saldo sus conocimientos y capacidades muy lejos de su país natal. Sosteniendo el bienestar de otras sociedades.