San Silvestre XIII

Pablo Mosquera
Pablo Mosquera EN ROMÁN PALADINO

OPINIÓN

30 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Don Manuel Azaña era un hombre de cultura enciclopédica. Habitual tertuliano del Ateneo de Madrid, quiso hacer más que ser. De ahí su famoso discurso «hacer las cosas mejor de lo que eran antes de venir a nuestras manos...». Buscó la dignidad nacional, como Ortega se refirió a la decencia nacional y Marañón al decoro de España. En estos días cualquiera con la humana sensibilidad social entra en la misma melancolía que Azaña. No hay más que leer lo que sucede, quienes mandan, adónde nos llevan, como levantan un muro entre ellos y el pueblo. Los rateros del fútbol. Ese espectáculo mundial, mercantilizando a seres humanos con habilidad casi infantil, o su perversa capacidad para embaucar a las masas que desahogan su frustración al son que toca un argentino o un portugués. Mientras Lendoiro nos recuerda leyendas de raqueiros, y sus seguidores llegan a la conclusión que todo vale mientras no te pillen. Los rateros del ahorro popular. Se llevaron lo que había, sabían que los bancos querían ocupar el espacio de las cajas. A la postre los grandes financieros han alcanzado el cénit. El Estado paga sus deudas a costa del patrimonio nacional. Han despejado el espacio del negocio bancario comprando las entidades de crédito social en las que hasta los representantes de los trabajadores ni estaban, ni se les esperaba, a cambio del trato de favor sin pasar por ventanilla. Los rateros políticos y sindicales. A los de las empresas del poder de vez en cuando les sale un juez no amaestrado que les manda el registro de sus papeles contables para mostrar las impudicias de ingresos y gastos en sede nacional. A los obreros-burócratas del sindicato, liberados para hacer turnos y mancharse las manos de grasa, una jueza los somete a la sospecha de negocios con el dinero de los necesitados. La Ciudad Condal de mis años 70, picassiana, se prepara para celebrar 1714, que no de secesión, pues la bronca era por la sucesión. Quieren un aquelarre donde el éxtasis sea la independencia, aunque están dispuestos a que Barça y Español sigan en la Liga española. Aprovecho la noche más larga, para exiliarme durmiendo con la mar y el viento.