González o Zapatero: el gran dilema del PSOE

OPINIÓN

10 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

La historia del PSOE desde que fue desalojado del Gobierno, tras la peor gestión de un presidente desde 1977, confirma la idea de Giulio Andreotti de que a los partidos los desgasta mucho más estar en la oposición que en el poder.

Sobre todo, claro, cuando han sufrido el infortunio de ser dirigidos durante su etapa gubernamental por quien, como Zapatero, era sencillamente un pobre hombre. Como ya algunos anunciamos antes de que el desastre llegara a producirse, su legado ha resultado catastrófico: y ello no solo porque el PSOE tenga menos electores y menos poder institucional que nunca antes desde la recuperación de la democracia, sino porque muchos españoles, incluidos bastantes antiguos votantes socialistas, lo hacen responsable, con toda la razón, de haber agravado, con su irresponsabilidad y su populismo, los efectos de la crisis económica; y de haber puesto patas arriba la organización territorial, con los efectos que están hoy bien a la vista.

Sin embargo, los graves desafíos del PSOE para iniciar su recuperación no residen solo -yo incluso me atrevería a decir que no residen tanto- en la forma disparatada en que ha decidido hacer frente a los dos problemas referidos: girando hacia la izquierda y no hacia el centro en su política económica, lo que no es más que pura demagogia (¡que se lo pregunten sino a Hollande!); y articulando una delirante propuesta federal para sacarnos del atolladero en que nos metió la cósmica ignorancia y confusión de Zapatero sobre la llamada cuestión territorial.

En realidad la inmensa tragedia del PSOE es que quienes pelean por ocupar el puesto de su líder -un político de gran capacidad, pero achicharrado sin remisión tras treinta años de dedicación exclusiva a la política-son meros clones de aquel Zapatero que se fue de la política del mismo modo que llegó: sin una sola idea en la cabeza. ¿Alguien le ha escuchado alguna vez un pensamiento original sobre alguno de los problemas del país a Madina, Tomás Gómez, Fernández Vara, Chacón o García Page? No, porque, en realidad el único programa que anima su actuación es el de quítate tu que me quiero poner yo.

La política democrática no solo se hace con ideas, como saben la legión de asesores que rodean a todos los líderes del mundo de forma permanente. Pero también tiene que hacerse con algunas ideas fuerza que son las que distinguen a un político de verdad de un mercachifle: González era lo primero, Zapatero lo segundo. Los socialistas tienen, pues, ante sí una decisión fundamental: la de si van a intentar salir del agujero echando mano del perfil de un hombre que hizo del PSOE uno de los dos grandes partidos españoles o del de otro que lo llevó a donde ahora está: en medio de un pantano de confusión, mediocridad y oportunismo. Esa, ni más ni menos, es la cosa.