El punto de saturación

Luis Ferrer i Balsebre
Luis Ferrer i Balsebre EL TONEL DE DIÓGENES

OPINIÓN

13 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Me contaba un buen amigo de la Terra Chá la historia de un paisano de su pueblo que tras años de emigración, acertó en poner -en plena posguerra- un bar en el pueblo para cuya campaña de promoción escribió con pizarrillo blanco en el escaparate el siguiente reclamo: «Temos five o´clock tea ¡a todas horas!».

Sabia intuición la del avispado paisano acerca de por dónde iban a ir los tiros del futuro que ahora es un riguroso presente: todo de todo a todas horas es la añagaza de nuestro tiempo. Tan cierto como que estamos al borde -si no hemos llegado ya- de alcanzar el punto de saturación en muchas cosas.

Como concepto químico, el punto de saturación es el punto en que el solvente no puede disolver más soluto a una temperatura dada. Hay soluciones que requieren de una gran cantidad de solutos para alcanzar ese punto y otras que con poca cuantía lo logran.

En economía se llega a la saturación cuando el nivel de demanda de un producto o servicio alcanza un punto a partir del cual no cabe esperar nuevos incrementos, porque la mayor parte de demandantes han cubierto sus necesidades. Están cheos.

A nada que tengamos esto en cuenta, veremos el montón de cosas que en la vida cotidiana están cerca de llegar a ese instante de saturación.

Una es el fútbol. Fútbol todos los días, a todas horas y teniendo que subir la temperatura para poder hacer tragar un poco más de espectáculo a la peña. El partido de la jornada, el del siglo, el derbi, el de máxima rivalidad, el esperado clásico, Ronaldo contra Messi, Mouriño contra Guardiola? ¡qué fartura! La burbuja futbolera está a punto de reventar por pura saturación del personal.

Hay otro tipo de saturaciones alcanzadas o que están cerca de serlo. El tema de la corrupción, por ejemplo, otra cuestión que ha llegado al punto y que por más escándalos que se desvelen ya no damos para más. Nos ha llegado.

Los nuevos artefactos o innovaciones tecnológicas, tantas, tan deprisa, tan tentadoras; que no has acabado de digerir el último invento y ya tienes que empezar con otro: del e-mail al Messenger, de este corre al Facebook, deja eso y ponte con el WhatsApp, mira el Skype? !Uff!, un poco de por favor, que esto ya resulta cansino.

En otro orden de cosas y ya en la distancia corta, hay gente, amigos y relaciones que con poca cantidad llegan para saturar la solución. Ya cansan.

Fresas en Navidad, cerezas en otoño, helados en invierno, boniatos en verano? Era visto: «Five o´clock tea? ¡A todas horas!»

O hasta que revientes.