No sé lo que pensarán de nosotros por ahí fuera. Pero en nuestros genes está el celebrar por todo lo alto los grandes acontecimientos de nuestras vidas. Puede que no nos entiendan, pero tampoco vamos a cambiar a nuestros años. Tras una gran noticia, una celebración.
Como vamos por el buen camino, España ha dejado atrás la recesión, salimos de la crisis, vamos a ser la sorpresa mundial y crecemos a pasos de gigante, pues hay que celebrarlo. Y si España ha vuelto y lo ha hecho para quedarse, como muy bien dijo en Nueva York nuestro gran timonel Mariano, merecemos una fiesta.
Y eso hemos hecho, porque no todos los días se le puede decir al mundo lo bien que vamos. Lo hizo ayer mismo el Gobierno. Por todo lo alto. Con otro tajo al sueldo de los funcionarios y otro estacazo a los pensionistas, pese a todos los informes en contra. Cada uno tiene su forma de conmemorar los grandes hechos. Y hay que reconocer que la de nuestro gran timonel resulta un poco llamativa. A garrotazos.
Será que ha cogido la costumbre de los hinchas radicales del fútbol. Que siempre celebran los éxitos destrozando algo. Despedazando lo más frágil y lo más valioso.