Logística comercial, apuesta de futuro

Fernando González Laxe
Fernando González Laxe EXPRESIDENTE DE LA XUNTA DE GALICIA

OPINIÓN

16 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

No cabe duda de que uno de los objetivos de la economía, en su afán de encontrar la senda del crecimiento, es potenciar el comercio internacional. Para ello, los esfuerzos se centran en facilitar las cuestiones referidas a los intercambios comerciales. Es decir, conceder una mayor libertad de tránsito; simplificar las formalidades referentes a las importaciones y a las exportaciones; y aplicar los reglamentos comerciales, con el objetivo de fomentar la cooperación entre los servicios de aduanas y los demás órganos comerciales.

Los estudios llevados a cabo hasta el momento reflejan que de aplicarse el conjunto de medidas de facilitación del comercio, negociadas en el ámbito de la Organización Mundial del Comercio, estas podrían reducir el coste global del comercio en un 10 %, solo para los países de la OCDE. Por tanto, los beneficios son claros y rotundos.

Al socaire de estas afirmaciones, el Banco Mundial elabora un índice de desempeño logístico de cara a medir la facilidad para hacer negocios. Basados en rondas de encuestas hechas a transitarios y a empresas de transporte, el índice de desempeño logístico evalúa seis ámbitos principales. El primero mide la eficiencia del proceso de despacho aduanero por los órganos de control fronterizo. El segundo evalúa la calidad de las infraestructuras relacionadas con el transporte y el comercio. El tercero analiza la facilidad para efectuar envíos a precios competitivos. El cuarto reflexiona sobre la competencia y la calidad de los servicios de logística. El quinto cuantifica la capacidad de localización y el seguimiento de los envíos. Y el sexto hace referencia a la frecuencia con que los envíos llegan a los destinatarios en el plazo de entrega previsto.

En general, los países ricos y emergentes ocupan los primeros puestos. De esta forma, el ránking del 2012 está encabezado por Singapur, Hong Kong y Finlandia. España ocupa el puesto número 20, bastante por detrás de la mayoría de los países europeos avanzados. Así, Alemania ocupa el cuarto puesto; Holanda, el quinto lugar; Dinamarca, el sexto; Bélgica, el séptimo; el Reino Unido, el décimo; y Francia, el duodécimo.

Un análisis más detallado del índice nos permite significar el ámbito mejor calificado. La posición española goza de mejor puntuación en tres apartados de los seis que componen el índice. Corresponden a la facilidad para acceder a los embarques o realizar envíos competitivos (ocupamos el puesto 10.º, cuando en el ránking del 2010 éramos el 48.º); seguido de la calidad de los servicios logísticos (nos situamos en el puesto 19. º en el 2012, por el 24.º en el 2010) y, a continuación, a la frecuencia con que los envíos llegan a su destino (se alcanza el puesto 22.º en el 2012, retrocediendo un puesto respecto al 2010).

Las otras tres ratios, que componen el índice de desempeño logístico global, nos sitúan más alejados de las puntuaciones promedio europeas. Por ejemplo, en lo que hace referencia a la capacidad para rastrear y seguir los envíos, retrocedemos siete puestos desde el año 2010, ocupando en el 2012 el puesto 23.º del ránking mundial. En lo que atañe a la calidad de las infraestructuras perdemos un puesto, logrando, en el 2012, el puesto 24.º del mundo. Y, en lo que concierne a la eficiencia de los despachos aduaneros, retrocedemos tres puestos, para situarnos en el año 2012 en el puesto número 25.º del planeta.

O sea, hemos mejorado en el campo de la eficiencia operativa y hemos empeorado en lo que concierne a la burocracia institucional y en las infraestructuras logísticas.

En la medida que los avances en la logística comercial pueden servir para aumentar el volumen del comercio, poder acercarnos a nuevos mercados y lograr obtener beneficios comerciales, los incrementos en materia de logística comercial exigen mejorar las instancias regulatorias y normativas. Por ejemplo, la introducción de una ventanilla única (permitiría simplificar y acortar tiempos burocráticos); y llegar a apostar por facilitar el comercio electrónico (contribuiría a eliminar papeles y aumentar la transparencia) supondrían, entre otras medidas, poseer un efecto multiplicador positivo en el volumen de las transacciones, en lo referente al aumento de la competencia, en reducir la incertidumbre y en posicionarnos en las redes internacionales con mayores probabilidades de éxito. Asimismo, plantear las reformas bajo la aplicación de enfoques integrados que busquen las interdependencias de las aplicaciones y de sus respectivos usos adaptativos contribuiría a eliminar los tradicionales compartimentos estancos, tan habituales en nuestras legislaciones nacionales y autonómicas que provocan enormes distorsiones y dificultan la operatividad.

En suma, la logística comercial se convierte en una asignatura pendiente de inexcusable atención.