Triunfalismo ridículo

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

09 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En vísperas de la elección de la ciudad olímpica, Cristóbal Montoro se descolgaba diciendo que España puede dar lecciones a Europa y al mundo por el sensacional éxito de la gestión económica del Gobierno. ¿Cómo es posible que todo un ministro de Hacienda presuma de esa forma, sin el más mínimo sonrojo, en un país con casi seis millones de parados (26,2 %), aún en recesión, sin crédito para las empresas y la deuda desbocada? Recordaba así al peor Zapatero, el insustancial optimista antropológico que aseguraba en el 2007, con la brutal crisis acechando, que nuestro país estaba en la Champions League de la economía mundial. Sus delirios le llevaron incluso a pronosticar que España superaría en renta per cápita a Alemania. El paralelismo no se queda ahí. Aquellos brotes verdes de los que alardeaba Salgado son hoy la luz al final del túnel de De Guindos. Ese triunfalismo ridículo, ofensivo y propagandístico es el que ha provocado la descomunal decepción de muchos ciudadanos por la eliminación de la candidatura de Madrid a las primeras de cambio. En una gran operación de lavado de cerebro en la que participaron con entusiasmo políticos y medios de comunicación se vendió la piel del oso antes de cazarlo. Se dio por hecho que Madrid ganaría, incluso hubo un diario que a toda plana dijo que había 50 votos comprometidos (luego fueron 26). El propio Rajoy esgrimió la recuperación económica (?) ante el COI como aval de la candidatura. Aterrizar en la dura realidad de una España sumida en una profunda crisis económica, política y social es duro, pero lo es más si se vende humo.