La historia interminable del rescate bancario

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

20 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

No sé si interminable, pero desde luego inconclusa: la historia de la multirreforma del sistema financiero español parece no tener fin. Zapatero escribió, en marzo del 2009 y en febrero del 2011, los dos primeros capítulos. Rajoy, más prolífico, pergeñó los tres siguientes en menos de un año: febrero, mayo y agosto del 2012. Pero nadie avista todavía el epílogo de la magna obra. La morosidad se ha encaramado de nuevo a las nubes y los bancos mantienen sus ventanillas de crédito cerradas a cal y canto, indicios evidentes de que esta novela-río nos deparará aún nuevos episodios.

Michael Ende publicó en 1979 La historia interminable, catalogada como un clásico a día de hoy. Años después, la editorial Alfaguara imprimió la traducción española en tintas de dos colores, para ayudar al lector a discernir los dos planos de la obra: tinta rosa para los párrafos que describen la realidad y tinta verde para plasmar lo imaginario y lo fantástico. El ingenioso método pedagógico resulta igualmente eficaz para relatar las peripecias del sistema bancario en los últimos cuatro años de diluvio.

Con tinta verde de fantasía -cuando no de engaño a secas- hay que recoger los argumentos y declaraciones de gobernantes, reguladores y próceres financieros. Los de quienes sostenían que España contaba con el sistema financiero más sólido del mundo desarrollado y «la banca de la Champions League». Los cálculos de Elena Salgado que cifraban en menos de 20.000 millones de euros las necesidades de capital del sector. Los triunfalismos subsiguientes a cada test de solvencia. La solemne afirmación de Mariano Rajoy, en la tribuna del Senado, de que el rescate no costaría un duro al contribuyente: «Lo de los 40.000 millones es un préstamo a las entidades financieras y son ellas las que tienen que devolverlo» (Apostilla en tinta rosa: el Estado ya da por perdidos 36.000 millones inyectados a la banca). Y como colofón, la nueva promesa del ministro De Guindos de que los bancos no necesitarán más dinero. «Los activos tóxicos están totalmente provisionados», dijo el pasado mes de julio.

Con tinta rosa de realidad -no he sido yo quien ha elegido color tan inapropiado- se está escribiendo el resto de la historia. El índice de morosidad se ha disparado en junio: el volumen de créditos de dudoso cobro supera los 176.000 millones de euros, un 11,6 % del total. Récord histórico que se produce después del trasvase de activos tóxicos al «banco malo». El alivio apenas ha durado unos meses, señal de que está aflorando la morosidad oculta o maquillada mediante la refinanciación de las deudas contraídas. Familias y empresas que antes pagaban a trancas y barrancas, y que ahora han llegado al límite de su resistencia. No pueden más.

Habrá más capítulos en esta historia, escritos en verde y en rosa. Y solo alcanzaremos el final cuando se reanude con fuerza la actividad económica. Mientras tanto, la banca seguirá siendo un pozo sin fondo.