Ni quito ni pongo rey, pero tampoco me callo

OPINIÓN

01 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El gran Bernanke, presidente de la Reserva Federal y paradójico ídolo de los economistas de izquierda, acaba de anunciar el fin de los estímulos al crecimiento, y que va a dejar descansar por un tiempo la máquina que está fabricando dólares a caño abierto. Lo que Bernanke le propuso al Senado no fue apretar ya mismo el botón off, porque eso significaría el colapso del país, sino un plan en dos fases que resulta en sí mismo bastante contradictorio: que este año levanten -¡otra vez!- el veto legal que pesa sobre el nivel de endeudamiento, y que todo el mundo se vaya preparando para cuando a finales de 2014 se cierre el grifo como Dios manda. Para que Bernanke dejase de creer que las rotativas crean una riqueza idéntica a la que sale de las fábricas y los campos de trigo tuvieron que pasar dos cosas. La primera, reconocer que la economía americana tampoco está boyante, pero que tiene tal mono de dólares que si se le suspende el tratamiento puede colapsar. Y la segunda, que los técnicos de la Reserva Federal ya no quieren ocultar que se está inflando otra burbuja de no te menees, y que en vez de ser el dólar el que salve a la economía puede ser la economía la que lleve el dólar al abismo.

En la misma línea, el Banco Central de Japón acaba de anunciar una inminente restricción de yenes, por creer que una nueva burbuja financiera está comprometiendo el fin del estancamiento que, a pesar de los estímulos monetarios, los atenaza desde hace trece años. Y es que a los ricos, que también lloran, tampoco les sirve de nada atar los perros con longanizas. El tercer aviso viene de Francia, donde Hollande, que ganó las elecciones a toque de crecimiento y derechos, acaba de recortar el gasto público en 14.000 millones de euros, y, con ánimo de volver al núcleo de dirigentes de la UE, se propone cerrar el 2014 -¡como Merkel!- con un 3 % de déficit. El cuarto aviso viene del Banco de Inglaterra, que después de seguir durante cuatro años la rueda de Bernanke, teme ahora que una brusca frenada de la Reserva Federal desestabilice la economía británica. Y la quinta advertencia viene de los emergentes -como Brasil y China- que, antes incluso de que sus economías empiecen a jadear, pueden ser muy vulnerables en el ámbito social y asomarse al abismo del déficit incontrolado.

Yo no sé nada de esto, ni quiero gastar los 2.400 caracteres de este artículo en discutir con Bernanke. Pero, aunque «ni quito ni pongo rey», necesito hacer una pregunta: ¿Y si Draghi tuviese razón? Sería el colapso de los periódicos, las tertulias y los economistas más mediáticos de Occidente, que en más de un 90 % usaron a Bernanke para enjabonar a la gente y decirle a cada indignado lo que quería oír. Porque, aunque de esto no se habla, la burbuja mediática también influye sobre la crisis. Y no precisamente para bien.