El reino de la trapallada: esta es la cosa

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

28 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Aunque hay ocasiones en que una noticia es, en su extravagancia, más que suficiente como síntoma de las patologías que definen un país, ¿qué decir cuando se juntan tres o cuatro que ponen ante nuestros ojos, con brillo cegador, su auténtico esperpento? Vean, si no.

El Consejo General del Notariado, que coordina a los colegios de notarios españoles, acaba de enzarzarse en un arrancamoños con la Agencia Tributaria nada más ni nada menos que a cuenta de quién ha metido la pata en la falsa atribución de propiedades a una hija del rey que está siendo objeto de investigación judicial. Que la hija de un rey esté en tal trance es para nota; que además se le atribuya la venta de propiedades que no tiene es increíble y ya no digamos que dos instancias de la importancia del Consejo del Notariado y la Agencia Tributaria se peloteen una metedura de pata formidable, que pone los pelos de punta si se tienen en cuentan las funciones que desempeñan ambos órganos.

Siguiendo con la familia real, que ha debido contratar a un asesor para estar a diario en los periódicos con un escándalo cada vez mayor que el anterior, parece ser que Urdangarin ahogaba sus penas gastándose la pasta en un casino londinense mientras su mujer reaparecía en público en un acto en el que se celebraba el nacimiento de su abuelo. A este paso, la pareja podría montar un dúo tragicómico con el que, sin gran esfuerzo, ganaría más dinero que con los enjuagues de su burda, e ilegal, actividad empresarial. Dicho esto, obviamente, sin pretensión de ofender el buen nombre de los miles de empresarios españoles que trabajan y dan trabajo a los demás.

Pasando ya de la realeza al pueblo llano, cuatro niños se han achicharrado los pies en la playa de Cabanas, en la que, como en tierra de volcanes, había brasas enterradas. El grave accidente no es, claro, consecuencia de un cambio geológico sino de la inmensa irresponsabilidad de quienes permiten, año tras año, con grande regocijo, que en nuestras playas se hagan las hogueras de San Juan. Este es también el país que tenemos: en las playas las hogueras y en los campus universitarios, como ocurre en el de Santiago, el botellón y un gran aparcamiento.

Ya para terminar: Nunca Máis pide una sentencia ejemplar en el caso del Prestige. Pero la pide para las autoridades españolas que manejaron con mejor o peor fortuna la catástrofe y no para el capitán de un buque que era un féretro lleno de petróleo y para el armador desaprensivo que tenía navegando por el mar una bomba de relojería que podía haber estallado en cualquier parte.

Un día, no hace mucho, nos preguntó Fernanda Tabarés en Vía V cuál nos parecía el término más creativo del gallego. Recuerdo que fue Xosé Luís Barreiro quien dijo «trapallada». Esa, para Galicia y para España, es, sin duda, la palabra.