Una banca sensata para salir de la crisis

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

28 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El detonante de la insoportable crisis que estamos sufriendo se produjo, hay que recordarlo, en un segmento del sistema financiero norteamericano, el de las hipotecas subprime y su comercialización en paquetes estructurados por todo el sistema financiero internacional. Este producto financiero era uno más entre los activos tóxicos que la banca comercializó de forma masiva en las dos décadas de hipertrofia financiera, de globalización y de falta de control. Productos financieros derivados con diversas formas y nombres que conformaron una enorme banca en la sombra que debilitó tanto al sistema que lo hizo saltar por los aires en el 2007-2008.

La lógica perversa del sistema y de sus máximos directivos, buscando enormes ganancias en el corto plazo para activar sus bonus, los llevo a romper sus vínculos con la actividad productiva real y lanzarse a la pura especulación financiera, contando, eso sí, con que el Estado acudiría con dinero público para pagar sus estropicios. Engañaron a la sociedad y sobre todo a sus clientes con prácticas bancarias irresponsables y en algunos casos fraudulentas.

Y en España tenemos ejemplos bien conocidos. Por ejemplo fue irresponsable la gestión de los préstamos hipotecarios saltándose todos los principios de la prudencia en una carrera loca para ver qué caja o banco crecía más. Y fue fraudulenta la comercialización de productos financieros complejos ocultando información determinante a sus clientes, desde el caso más sangrante de las preferentes y subordinadas a las cláusulas suelo abusivas en las hipotecas que ahora los tribunales están declarando ilegales. Abusivas por la falta de información y por su funcionamiento: frente a los centenares de miles de casos en los que se aplicó el suelo para no bajar el tipo de interés no se conoce ninguno en el sentido contrario, que el techo actuara para impedir las subidas.

El sistema financiero es fundamental en el funcionamiento de una economía de mercado, por eso no podemos dejarlo en manos irresponsables, al albur de la codicia, controlada o no, de un reducido número de personas. Necesitamos un sistema bien regulado, con normas claras y prácticas transparentes. La banca tiene que volver a ser, otra vez, un negocio aburrido: ganar dinero por el diferencial entre lo que paga por los depósitos de los ahorradores y lo que cobra por los préstamos. Sin ingeniería financiera, sin productos estructurados, sin engañar a sus clientes, sin directivos multimillonarios.

Necesitamos unas instituciones financieras que se centren en la economía real, entidades transparentes, una banca con principios éticos, con compromisos con su entorno económico y social, que se esfuercen en recuperar su credibilidad y la confianza de sus clientes. Y mientras que no se avance de forma suficiente en esta línea no saldremos de la crisis. De la recesión sí, pero de la crisis no, porque en los últimos treinta años, los de la desregulación, en el mundo se han producido más crisis financieras que en toda la historia del capitalismo.