Campeones de Europa en tasa de paro

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

17 jun 2013 . Actualizado a las 06:00 h.

Para entender cómo es posible que en estos últimos años hayamos pasado de ser campeones de Europa en creación de empleo a serlo en tasa de paro, hay que admitir que nos hemos metido en una tormenta económica perfecta.

Desde el exterior, las capas altas de la atmósfera, es la primera vez que nos enfrentamos a una crisis en España con una moneda no nacional gestionada por un Banco Central Europeo. Y tardamos en darnos cuenta de algo en lo que pocos repararon en su momento: que para el BCE su preocupación absoluta es la inflación y la estabilidad financiera, que nada le preocupa la tasa de paro. Nada tiene que ver esto con lo que sucede en EE.?UU., donde la Reserva Federal actúa para reducir la tasa de paro permitiendo políticas monetarias y presupuestarias expansivas.

En el conjunto de la eurozona del BCE de Fráncfort no se puede incurrir en déficits públicos superiores al 3 % ni, menos aún, financiar directamente a los Estados. Lo que dificulta crear empleo y activar la economía. No solo eso. Hemos hecho constitucionalmente prioritario pagar los intereses de la deuda, lo que nos obliga a recortar las prestaciones a los parados, despedir empleados públicos y empobrecer a los pensionistas. Y así se desploma la demanda interna y se crea más desempleo. En el interior, en las capas bajas de esta tormenta perfecta, nuestra clase financiera -de la mano del Banco de España- incentivó y permitió un endeudamiento temerario, con crecimiento de precios y del parque inmobiliario. Enfrentados a sus obligaciones y al desplome de la demanda han generado un chaparrón de desahuciados, de ahorradores timados y de inversores que han perdido no menos de la mitad de su riqueza. Menos demanda y más desempleo.

En medio de este temporal hay quien prefiere imaginar que es nuestro sistema educativo el responsable del paro juvenil, o que es la normativa laboral la culpable del paro. Son los piadosos creyentes en las reformas estructurales. Mientras tanto los empresarios alemanes contratan allí jóvenes españoles que están, dicen, muy bien preparados. Y reclaman cocineros, camareros, conductores, sanitarios, etcétera, españoles para ver si así neutralizan el inquietante malestar que azota los barrios de inmigrantes de Suecia, el Reino Unido o Francia.

Desgraciadamente, el drama de España con seis millones de parados es demasiado grande incluso para Alemania. Por eso, en vez de actuar solo como metrópolis -con su Banco Central Europeo y sus necesidades internas-, quizás debieran localizar en el sur de Europa empresas, empresarios e inversiones que llevan a otros lugares.