¡Viva la manipulación histórica!

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

09 jun 2013 . Actualizado a las 13:37 h.

El profesor Joaquín Varela, lucense afincado desde hace años en Asturias, querido amigo y gran figura de la historia de nuestro constitucionalismo, me enviaba escandalizado el otro día, antes de que la noticia hubiera saltado a los periódicos, el programa de un simposio que, financiado por la Generalitat y otras instituciones catalanas, deberá celebrarse en diciembre en Barcelona.

Aunque su título -«Espanya contra Catalunya: una mirada histórica (1714-2014)»- es ya expresivo de su objeto («analizar con criterios históricos, desde el siglo XVIII hasta nuestros días, las consecuencias que ha tenido para el país la acción política, casi siempre de carácter represivo, del Estado español en relación con Cataluña») basta leer los increíbles apartados del programa para confirmar que estamos ante una burda operación de manipulación de la historia, para hacer con ella lo que otro querido amigo, Fernando Savater, ha denunciado como la recurrente obsesión de los nacionalistas: convertirla de lección de lo que ha sucedido en programa de lo que tiene que pasar.

Vean, si no: «España y Cataluña: trescientos años de conflicto político»; «La represión militar: el ejército sobre el país»; «El hecho inmigratorio: factor de desnacionalización?» o, la joya de la corona, «La apoteosis del expolio: el siglo XXI».

No hay que ser un gran historiador, como lo es John H. Elliott, profesor del Trinity College de la Universidad de Cambridge y premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, para afirmar, según lo ha hecho el gran hispanista, que el pretendido simposio es en realidad «un disparate», que tiene poco de histórico y nada de rigor. Pero así es como el nacionalismo escribe la historia al servicio de sus proyectos independentistas.

De hecho, y más allá de que la Guerra de Sucesión o la Guerra Civil no fueran conflictos entre España y Cataluña, sino entre los propios catalanes (ahí está, entre otros muchos, Francesc Cambó, líder de la Lliga catalanista, financiando la sublevación franquista de 1936), lo que los promotores de la idea de una Cataluña agredida y expoliada por el Estado al que pertenece desde hace al menos cinco siglos tendrían que explicar es cómo ha podido ocurrir que la zona supuestamente agredida y expoliada haya sido, sin embargo, la más rica, próspera y desarrollada del país en todo el proceso de creación de la España contemporánea.

Si los resultados del expolio son tener más y mejores infraestructuras, más y mejores servicios y más renta, ojalá a Galicia, Extremadura, Andalucía o las dos Castillas las hubieran agredido y expoliado tanto como a Cataluña: un gran país, trabajador y emprendedor, que no se merece, por más que se lo haya buscado él solito por su cuenta, tener una clase política tan torpe, tan trolera y tan bochornosamente irresponsable.