Poco a poco vamos viendo la luz al final del largo túnel. Cierto que las soluciones nos vienen de lejos, pero si las aplicamos, podemos dejar este pantanal y recuperar la sonrisa. De momento vamos a arreglar el problema de los que sobreviven a cuenta de la sopa de beneficencia. Que es lo más preocupante.
La FAO tiene la solución a los 130.000 gallegos y a los tres millones de españoles que comen de la caridad, a los 1.100 millones de hambrientos del mundo, los 870 millones de desnutridos y a los 2.000 millones que están en la extrema pobreza. Recomienda un menú a base de insectos y medusas. Que aportan muchas proteínas, alimentan un montón y no engordan.
Creíamos que el hambre en el mundo se solucionaba con más solidaridad y combatiendo los paraísos fiscales, derroches, desmanes financieros, fraude fiscal, financiación de cubatas, malversaciones, prevaricaciones y sobresueldos. Por ejemplo. Pero pasa porque en verano no huyamos despavoridos de medusas e insectos y nos los zampemos tranquilamente. A la plancha, en escabeche o en salsa guacamole.
Si trabajamos más, cobramos menos, pagamos más impuestos, renunciamos a las pensiones, no derrochamos y hacemos el menú FAO, solucionamos los problemas que nos quitan el sueño. Dentro de un año, todos deslomados. Y problema resuelto.