El arte de escabullirse

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

24 may 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Francamente entretenido. Todo un espectáculo. Una prueba de la imaginación de los dirigentes del Partido Popular. Las reacciones al aznarazo están siendo un examen de habilidades con un amplio muestrario de silencios, evasivas, frases de ritual y mínimos compromisos. ¡Qué mal lo tienen que estar pasando! ¡Qué trago encontrarse con un periodista, saber que les va a preguntar y no siempre tener preparada la frase que desmienta que tienen el corazón partido!

En estas pruebas de selectividad gana siempre Núñez Feijoo, bien dotado por la naturaleza gallega para esas esgrimas. Pero el cuadro nos permitió ver a un Wert que encontró la puerta de salida en su excedencia de tertuliano. Y a un Jesús Posada que le echó contundencia con su seguridad de que el pasado no vuelve. Y a un Ruiz-Gallardón con tan buena voluntad que se esforzó en encontrar algo positivo en la declaración de su anterior jefe. Y hasta el portavoz del PP en el Parlamento vasco, que proclamó a Zapatero como el mejor expresidente de la democracia.

¿Y Rajoy? Bueno, Rajoy hizo la mejor imitación de sí mismo. Si Pedro negó tres veces a Cristo, Rajoy se negó seis veces a decir algo y los periodistas fueron incapaces de sacarle incluso si había visto la entrevista. A lo mejor se enteró por la prensa. Lo cierto es que, después de describir el espectáculo, el cronista se queda entristecido: ni un trueno como el de Aznar es capaz de motivar un debate político serio. Aquí lo que manda es la disciplina, como si alguien hubiera dicho: escabullíos como podáis, no sea que se rompa la unidad del partido. Sigue vigente la norma de Alfonso Guerra: el que se mueve no sale en la foto, y lo importante es estar cuando pasa el fotógrafo. Con esto seguramente no contaba el señor Aznar. Para un adicto que encontró en Ignacio González, la adhesión le duró 24 horas: lo justo para darse cuenta de que era un verso suelto.

Yo mantengo: es imposible que los diagnósticos de Aznar no encuentren ni un seguidor entre dirigentes del partido. Si no los hay, es que Aznar ha perdido los papeles. Y pregunto: ¿tan difícil es que el señor Rajoy haga una defensa normal de su política? ¿Tan complicado resulta hacer un relato de su obra de gobierno, aunque solo sea para demostrar que sí tiene el proyecto que Aznar le niega? ¿Por qué solo lo hace Montoro? Expongo estas dudas únicamente como diagnóstico de las actitudes públicas de la clase política. Se han especializado en el arte de escabullirse y son incapaces de entrar en un debate en el que está todo el país menos ellos. Solo se puede explicar desde el miedo escénico. Desde el miedo a la reflexión. Desde el miedo al fotógrafo. Aunque pueda ser injusta, es mi única explicación.