Terrorismo e injusticia social

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

24 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El atentado de la pasada semana en el maratón de Boston, obra, mientras no se demuestre lo contrario, de dos hermanos musulmanes fanatizados, y la detención del argelino Nou Mediouni y del marroquí Hasán el Jaauani en España nos recuerdan que, lejos de haberse acabado, el terrorismo sigue latente en el corazón de nuestras sociedades.

Pero ¿cómo se incuba este grado de fanatización en dos jóvenes de origen checheno educados en Estados Unidos o en un argelino y un marroquí que viven en España? ¿Qué les impulsa a morir matando? En el primer caso, la explicación podría encontrarse en las dos guerras libradas entre Chechenia y los rusos y la desesperación por la opresión de algunas repúblicas musulmanas del Cáucaso; en los segundos, descansa en la realidad económica y social que ha provocado la primavera árabe.

En Argelia y en Marruecos la pobreza es superior al 10 % y la media de desempleo es del 20 %. Si a eso le añadimos la ausencia de democracia, la falta de libertad, la corrupción rampante y la gran injusticia social, no es de extrañar que jóvenes desencantados, con o sin educación, opten por luchar de manera violenta contra la opresión.

La única manera de frenar el extremismo religioso es solucionar las graves desigualdades sociales, mejorar la economía y las oportunidades para los jóvenes. Está más que demostrado que es casi imposible poner muros a la falta de esperanza en el futuro.