Niños con hambre y miseria intelectual

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

20 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Lo peor de esta maldita crisis sería que nos dejara sin sentido solidario, o que el sentido solidario dependiese de la ideología. Eso sí que sería el germen de un gravísimo cisma social. Pues, señores, ayer hemos visto un indicio. La Junta de Andalucía ha tenido uno de sus raptos de agitación de conciencias y anunció otro decreto, esta vez para garantizar que todos los niños andaluces puedan comer tres veces al día. ¿Y qué ha ocurrido? Lo mismo que cuando se decretó la expropiación de pisos: han surgido las voces que acusan al Gobierno andaluz de populista y demagogo. Naturalmente, todas han sido voces militantes contra la coalición de gobierno social-comunista, a la que se la tienen jurada por su ideología y por haberle birlado el poder al Partido Popular, que ganó las elecciones.

Este tipo de reacciones son de una miseria intelectual escalofriante. Son la otra cara de la sociedad española, que está dando ejemplos de solidaridad ejemplares, como el incremento del número de voluntarios de las organizaciones benéficas. Son la cara opuesta a lo que ocurre en multitud de empresas, donde los empleados aceptan reducciones de salarios y jornada solo por salvar puestos de trabajo, propios y de sus compañeros. Y producen indignación: quienes quieren echar abajo el decreto, incluso antes de conocerlo, no se paran a pensar si es verdad que hay niños con hambre. Dan la impresión de que les intentan negar esas tres comidas por la sublime razón de que la iniciativa proviene de un adversario político. ¡Qué miserable!

Pues sépase que sí hay niños en estado de necesidad. Sépase que, según Unicef, el 20 % de los niños españoles viven en la pobreza. Sépase que en la ciudad de Santa Cruz de Tenerife hubo que adoptar medidas de emergencia por la cantidad de niños que llegan cada mañana a las escuelas sin desayunar porque en sus casas no hay nada que comer. Sépase que los lunes se come más en los colegios, porque los niños vienen con hambre de casa. Y sépase que en esa Andalucía del supuesto populismo un 6 % de los niños malviven en la práctica exclusión social. En esa dramática situación, como hemos anotado alguna vez aquí, llegaron los recortes de presupuestos y se suprimieron o redujeron las ayudas de comedor. Magnífica puntería de los gobernantes.

¿Es tan hereje que se haga un programa de comidas? ¿De verdad que se puede despachar la iniciativa con el reproche de que es demagógica? ¿En qué mundo de opulencia viven, que les incapacita para reconocer la necesidad ajena? Empiezan a dar miedo algunas actitudes críticas, hechas simplemente porque las iniciativas proceden de un Gobierno de izquierda. Y lo peor es que quienes hacen esas críticas tienen muchísimo poder.