Fidel Castro, presidente del Eurogrupo

M. Fernández Blanco LOS SÍNTOMAS DE LA CIVILIZACIÓN

OPINIÓN

29 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, afirmó rotundamente que en el futuro a los titulares de depósitos bancarios se les podrán expropiar parte de sus ahorros para salvar a las entidades financieras a las que, curiosamente, sus ahorros contribuyen a dar liquidez. Si los bancos, por su mala gestión, que se supone está sometida a controles oficiales, tienen problemas, el ahorrador debe salvarlos y que no se queje: es responsable de haber ahorrado en exceso.

Paradójicamente, no estamos hablando de los que gastaron más de lo que tenían, de los que se endeudaron de modo irresponsable, o de los que contribuyeron a crear la burbuja financiera e inmobiliaria; estamos hablando de los ingenuos que creyeron en la virtud de la previsión y el ahorro. Se castiga a la gente responsable, siempre más fácil de culpabilizar y esquilmar. Es una operación canallesca. El canalla va un poco más lejos que el cínico. El cínico no cree en nada, solo en su satisfacción. El canalla usa y manipula aquello en lo que los otros creen en su propio beneficio (el caso de las preferentes es un claro ejemplo).

En materia de nuevos modelos, que se ríen de sus supuestos fundamentos ideológicos, aún no hemos visto nada. Para los gestores del neocapitalismo no existe la contradicción y el único valor que se conserva es el pragmatismo y la inmediatez. Por eso se pueden presentar como los más fervientes defensores del liberalismo y del sagrado derecho constitucional a la propiedad privada como fundamento del sistema, al mismo tiempo que se echan al monte de la colectivización masiva de las propiedades ajenas, aunque no precisamente en función de los intereses de la mayoría.

Conservo como uno de los recuerdos de mi infancia las quejas de algunos emigrantes gallegos en Cuba a quienes la revolución castrista había privado de sus propiedades. Me imagino que el presidente del Eurogrupo será muy crítico con ese tipo de política que, por otra parte, parece dispuesto a seguir. Como el personaje de Molière, que hablaba en prosa sin saberlo, él es castrista sin saberlo. Por eso, Jeroen Dijsselbloem, en nombre de la salvación del capitalismo promueve el intervencionismo estatal y la confiscación de los bienes de los ciudadanos. Marx, en su tumba, debe de estar atónito.