¡Qué escándalo! ¡Aquí se juega!

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

27 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

¿Recuerdan ustedes quién ordenó cerrar el garito de Rick en Casablanca? El mayor Strasser. Un alemán, claro. ¿Y el pretexto? El aducido por el corrupto capitán Renault: «¡Qué escándalo, qué escándalo! He descubierto que aquí se juega». Exactamente el mismo que el esgrimido por su compatriota, el ministro Pierre Moscovici, al acusar a Chipre de albergar una «economía de casino».

La isla mediterránea era un casino a lo grande. Con clientes indeseables, incluyendo traficantes de armas y mafiosos rusos, apiñados en torno a la ruleta. Como hacen los millonarios alemanes en Liechtenstein o los evasores españoles en Suiza. No hay Estado conocido que, en esta época de mercados financieros desregulados y una constelación de capitales calientes orbitando el planeta, no disponga de refugios, lavaderos y letrinas dentro o fuera de su territorio. Desde las sicavs hasta las islas Caimán, una densa red de alcantarillas certifica la hipertrofia y prevalencia de las finanzas sobre la maltrecha economía real. El financiero y el especulador cabalgan a lomos del empresario y del trabajador. Una distorsión perversa, ya advertida por Keynes antes de que la timba derivase en ludopatía global: «Cuando el desarrollo del capital en un país se convierte en subproducto de las actividades propias de un casino, es probable que aquel se realice mal».

Claro que en Chipre se jugaba, pero no ha sido esta la razón del mayor Strasser para clausurar el tugurio. Si alguien tenía dudas, las ha disipado el jefe nominal del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, el holandés que primero contribuye a prender el fuego y después vierte gasolina en el incendio. Ciertamente se pilla antes a un pirómano tonto -suscribo los piropos que ayer le dedicó Fernando Ónega- que a un cojo. Ahora sabemos que la receta chipriota, incluida una severa quita del ahorro, puede ser aplicada fuera de los paraísos fiscales e impuesta a los países del tute y la brisca. Ejemplo de libro de la profecía que tiende a autocumplirse: bastó el exabrupto del holandés deslenguado para acercar la banca europea al dispensario creado para Chipre.

Ahora sabemos que la innovadora terapia no está diseñada exclusivamente para los países-casino. Merkel lo ha dejado claro: el acuerdo sobre Chipre «obliga a que asuman sus responsabilidades quienes han contribuido a causar los problemas». Ahorradores a la picota. Los expertos que describen la génesis de la crisis quedan desautorizados, y los manuales de economía, inservibles: la burbuja de crédito y deuda ha sido inflada por los ahorradores, esas gentes que, en vez de gastar a mansalva y al fiado, optaban por aplazar el consumo. El mundo al revés, como el lobito bueno de José Agustín Goytisolo al que maltrataban todos los corderos. ¿Pero no habrá forma de pararles los pies a estas lumbreras?