«La marsellesa», un himno salvaje

Ramón Irigoyen
Ramón Irigoyen AL DÍA

OPINIÓN

25 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El madridista Karim Benzema, que también defiende la camiseta de la selección francesa de fútbol, se ha revelado recientemente como un guerrero feroz y, a la vez, como un pacifista criado a los pechos de Francisco de Asís, el santo que amansó a un lobo, una hazaña descrita en versos bellísimos por Rubén Darío. Como guerrero feroz, Benzema ha conducido a 194 kilómetros por hora, lo que le ha valido la retirada del carné por ocho meses y una multa de 18.000 euros. Tras esta exhibición de ardor guerrero, esperábamos que sería para él sublime el momento de cantar con su selección el himno nacional, La marsellesa, que destila un odio intenso a los enemigos de la patria que vienen, según la primera estrofa, a degollar a nuestros hijos y a nuestras compañeras.

Pero a Benzema, el guerrero que no vacila en poner en riesgo su vida y lo que es peor, la vida de los demás, que no cogen precisamente el coche para ser exterminados por un conductor chiflado por la velocidad, parece que le ha aflorado su veta franciscana de amansador de lobos y ha declarado que él se niega a cantar La marsellesa. No he leído en ninguna parte por qué Benzema se niega a cantar este himno, que, en su día, tampoco cantaba Zidane. Realmente, ¿es tan salvaje la letra de La marsellesa? Sí, la letra es militarmente atroz. El himno lo compuso en 1794 Rouget de Lisle, que, con esta marcha, eclipsó para siempre al griego Tirteo, otro de los grandes compositores de música militar.