La política entendida como un circo

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

12 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

E l francés Georges Perec (París, 1936) es considerado por muchos escritores como uno de los más grandes novelistas del siglo XX. Sin embargo, su empeño en imponerse insólitas limitaciones formales a la hora de escribir sus obras ha hecho que, para el gran público, sus libros se consideren más bien ejercicios circenses. En 1969, Perec ejecutó uno de sus números más arriesgados al escribir su célebre novela La disparition (?La desaparición?), en la que no aparece ni una sola vez la letra e, la más frecuente en el idioma francés. En su traducción española, la obra se titula El secuestro y no incluye la vocal a, la más común en español. Se trata de un relato de intriga fascinante, pero resulta casi imposible centrarse en la trama porque todo el que la lee está pendiente de encontrar en el texto una e (o una a en español) que haga que Perec o su traductor se estrellen. Treinta años después de su muerte (Ivry-sur-Seine, 1982), Mariano Rajoy parece empeñado en reivindicar su figura convirtiéndose en el Perec de la política española. Como si de un malabarista se tratara, nos propone el temerario juego de comprobar si es capaz de gobernar durante cuatro años sin nombrar una sola vez a Luis Bárcenas, el hombre al que en el año 2008 nombró personalmente tesorero del PP.

Al margen del desprecio a los ciudadanos que implica la ausencia de explicaciones sobre un gravísimo caso de corrupción que afecta a su partido, Rajoy no parece consciente de que mientras mantenga su número circense está condenado a correr la misma suerte que Perec. Nada de lo que diga podrá captar nuestra atención mientras la palabra Bárcenas no aparezca en su discurso. Ya puede hablar Rajoy durante horas sobre la reducción del déficit, sobre la mejora de la situación económica de España o sobre la reforma de la Administración, que nadie va a prestar atención a lo que diga, porque lo único que interesa a los ciudadanos en este momento es que Rajoy arruine su juego pueril y dé explicaciones claras y contundentes sobre Bárcenas, nombrándolo con todas sus letras.

Lo más preocupante es que el líder del PP pretende crear escuela. Ayer lo dejó claro al destacar que la mayor virtud de Dolores de Cospedal, y la que justifica su estrambótica decisión de mantenerla como secretaría general del PP, es que nunca le ha dicho que no a nada. La advertencia es clara. Quien discuta mi estrategia no tiene futuro. O, como dijo Alfonso Guerra, el que se mueva no sale en la foto. Y ahí tenemos a todo el PP haciendo malabarismos para no nombrar a Bárcenas. Esfuerzo tan ridículo como inútil. Si Rajoy quiere emular a Perec, debe fijarse en otra de las novelas del genio francés, Les revenentes (1972), en la que la única vocal que se utiliza en todo el texto es la e. Es decir, que más le valdría por ahora construir su discurso con Bárcenas como único tema y, una vez aclarado todo, dedicarse a gobernar. Lo contrario es puro circo.