Tras el tsunami, el desastre. Siguen las críticas sobre Fukushima dos años después. Trescientas mil personas continúan desplazadas y han pasado veinticuatro meses. La ola gigante arrasó la costa el 11 de marzo del 2011 y tocó a la central nuclear. Destruyó los generadores de emergencia y la ausencia de refrigeración provocó fusión en sus reactores y explosiones. Cien mil personas tuvieron que ser evacuadas y la radiación llegó a suelos, alimentos y agua. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. Y todo Japón contuvo la respiración. Hoy son muchas todavía las voces críticas. Señalan el elevado número de desplazados y la lentitud en la tarea de reconstrucción de la zona. Los reactores dañados prosiguen contaminando el medio ambiente, aunque se controlan las emisiones. También las protestas aluden a las indemnizaciones, que la mayoría de las víctimas aún no han visto. En esta sociedad de vértigo, casi en estado líquido, donde nada perdura, es justo acordarse de que hace dos años Fukushima hizo temblar a Japón. Y que hoy los problemas están sin solución.