¿Unos salir de la Unión Europea y otros salir del euro?

Albino Prada
Albino Prada CELTAS CORTOS

OPINIÓN

11 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El primer ministro británico amenazó con convocar un referendo en su país para decidir el permanecer o no en una Unión Europea en la que solo aceptaría continuar si se renacionalizasen no pocas competencias que ahora son cosa de las instituciones europeas. A nadie se le escapa que el desencadenante decisivo de este órdago es la amenaza de una capital bancaria -europea y de la eurozona- en Fráncfort en detrimento de la City londinense. Por eso ayer presionaba sin rubor para reducir el presupuesto europeo y mantener su cheque británico.

Si bien el Banco de Inglaterra dispone de todas las competencias que le reserva el no estar en la zona euro (la no menos despreciable, con la que está cayendo, la de ser el prestamista de último recurso del endeudamiento en aquel país) es obvio que las crecientes medidas de supervisión financiera dentro del Sistema Europeo de Bancos Centrales desplazan el centro de gravedad cada vez más hacia el BCE y las instituciones europeas. Esto es crucial para una economía como la británica donde la producción industrial en el PIB cayó de un 37 % en 1950 a un 13 % hoy y que registra déficits comerciales de envergadura. Dicho de otro modo, una economía que depende de las actividades financieras, de seguros y de servicios auxiliares para mantenerse y compensar así su creciente deterioro comercial.

De manera que lo que desearían es pertenecer, como mucho, a un área de libre mercado y poco más. Retornar a la vieja Comunidad Económica Europea, olvidarse de compartir soberanía y tratados en un horizonte federal y, por supuesto, de cualquier moneda común basada en una unidad política que mutualice su respaldo. Por eso boicotean negociaciones con el pretexto de un 0,03 % y reclaman una radical jibarización de las instituciones europeas.

Creo que para aquellos Estados de la UE que, como el Reino Unido, no quieren ni oír hablar de instituciones de un Estado federal con un Parlamento y un presupuesto europeo soberanos, lo razonable sería un escenario bien distinto. Que los Estados miembros de la eurozona que padecen el tener una moneda solo útil para un mercado común y en absoluto para respaldar su unión económica, se piensen muy seriamente el seguir dentro de la eurozona. Que mantengan y refuercen un club de países de la Unión que de entre los 27 actuales (o 26 si Cameron quiere) reduzcan el peso social y económico de los de la tal eurozona. Una UE con 26 Estados y, por ejemplo, solo 13 en la eurozona podría estar más equilibrada institucionalmente, y ser más funcional tanto para unos (los llamados indolentes) como para los otros (los supuestos eficientes). Eso sí, sin tener que soportar a los que, como el Reino Unido, ni comen ni dejan comer.