Merkel aprieta, pero no ahoga

Tomás García Morán
Tomás G. Morán LEJANO OESTE

OPINIÓN

05 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En cualquier otro país y en cualquier otras circunstancias, los indicios de que la cúpula del partido gubernamental se ha estado financiando ilegalmente durante décadas desembocarían indiscutiblemente en una dimisión en pleno del Ejecutivo y una nueva convocatoria electoral. Pero el país es el que es y las circunstancias no podían ser peores, así que, ocurra lo que ocurra, ya sea que el PP consiga reunir argumentos para salir del atolladero o que esto acabe como parece, es difícil pronosticar que esta crisis se vaya a resolver en las urnas.

Que Merkel le haya echado una mano a Rajoy ante las cámaras, eludiendo hasta dos veces responder a la pregunta de si el caso Bárcenas es un lastre para la recuperación de la economía española, no es indicador de otra cosa más que de la educación y el saber estar de la canciller como anfitriona. Merkel, habrá pensado Rajoy, aprieta, pero no ahoga. Aunque el enfado del Gobierno alemán es enorme. Hasta el pasado jueves, España no era un problema para Berlín, sino todo lo contrario. Algunos indicadores macroeconómicos que están lejos de notarse en la economía real comenzaban a darle razón a los estrategas que han diseñado desde la Cancillería nuestra actual política económica. Los desvelos de Merkel estaban en Grecia, en la burbuja financiera que se está comenzando a formar en Chipre, en lo que decidan los italianos en las urnas dentro de algunas semanas y en torpedear las alternativas socialdemócratas que está planteando Hollande en Francia.

España, con tres años de mayoría absoluta del PP por delante, no preocupaba en exceso, más allá de las escandalosas cifras de paro, sobre todo juvenil. Pero en Berlín habrán visto sondeos electorales publicados el domingo en los que el escándalo de Bárcenas y la debilidad del PSOE como alternativa se traducen en un Parlamento hecho astillas. Y eso sin contabilizar la previsible aparición de nuevas candidaturas más o menos populistas.

Leyendo lo que dice de España el Financial Times, queda claro, pese a lo que diga Rajoy, que el trabajo hecho durante los últimos meses para recuperar el respeto como país se ha volatilizado. En este escenario, el presidente del Gobierno tendrá que lidiar entre quienes le piden seguir con el programa de reformas económicas y el nivel de tolerancia de una población absolutamente indignada. Tarea complicada cuando la ministra encargara de decidir si el Estado puede permitirse financiar mamografías se gasta más de 4.000 euros de dudosa procedencia en confeti para celebrar el cumpleaños de su hijo.