El mundo contra Julian Assange

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

21 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

Mi padre, que no era precisamente un revolucionario, tenía teorías conspirativas para casi todo. La CIA, el FBI o «los americanos» gobernaban nuestra existencia. Nada era fruto de la casualidad ni del natural discurrir de la vida. Las personas normales, es decir, él y yo, éramos tuercas de un complejo y perverso engranaje. Necesité años para comprender que aquello era solo el fruto de un reduccionismo intelectual que mi padre, a pesar de ser una persona instruida, nunca pudo superar. Personas tan formadas o más que mi padre, pero con una influencia social que él nunca soñó, sostienen hoy teorías igual de peregrinas que las que yo escuchaba embelesado cuando mi padre y yo volvíamos descalzos de la playa camino de casa.

Se publican estos días cientos de páginas sobre el caso de Julian Assange, al que Suecia pretende juzgar por cuatro delitos sexuales y al que Ecuador ha concedido asilo político en su embajada en Londres. En casi ninguna de esas informaciones se analizan las supuestas violaciones ni lo que declaran las presuntas víctimas. Se da por hecho que hay una conspiración internacional para vengarse de Assange por publicar secretos de Estado a través de Wikileaks. Pero yo me niego a avalar la teoría de una confabulación universal contra un único ciudadano en la que no solo participan países como Estados Unidos, Gran Bretaña y Suecia, sino también sus respectivos sistemas judiciales. El mundo contra Assange me resulta un combate desigual. Pero es que además, de momento, iría ganando Assange. Sea cual sea la acusación, considero que debe afrontarla. Con las máximas garantías judiciales, pero sin ningún tipo de privilegio. Que Ecuador cuestione la calidad democrática de Suecia, Estados Unidos y Gran Bretaña es un mal chiste del que nadie debería reírse.

Aunque sugerir esto, que no tiene nada que ver con Wikileaks, basta para ser tachado hoy en día de agente de Estados Unidos y de enemigo de la libertad de expresión, se lo pondré más fácil a esos talibanes de la moral política. Assange no es, a mi juicio, ningún héroe ni un paladín de la libertad de expresión. Wikileaks ha difundido información relevante, pero también puro cotilleo diplomático cuya publicación es una irresponsabilidad dañina para las relaciones y la seguridad internacionales. Y mucho menos que a Assange considero un héroe al soldado norteamericano Bradley Manning, que fue quien filtró documentos secretos de su país y trató de ocultar su responsabilidad hasta que fue descubierto. No es esa la forma de combatir la injusticia. Opino que Manning debe ser juzgado por lo que hizo, aunque tiene que recibir un trato justo y digno en prisión. Eso no quita para que tanto Assange como Manning deban tener la garantía de que sus supuestos delitos, por graves que sean, no deben comportar jamás la pena de muerte. Cualquier otra cosa significaría que mi padre tenía razón.