La España de la fiambrera

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

06 ago 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

La Generalitat catalana va a cobrar en torno a los tres euros a los alumnos que se lleven de casa el almuerzo en la típica fiambrera. El Gobierno de Artur Mas se ha vanagloriado de que las familias que opten por la tartera se ahorrarán la mitad del precio del menú. La Comunidad Valenciana ha anunciado que estudia seguir sus pasos y aplicar también este peculiar impuesto a la tartera. El pago se justifica por el uso que harán los escolares del comedor.

¿Cómo es posible esta absoluta falta de sensibilidad social y de voracidad recaudatoria en un país en el que la crisis está golpeando brutalmente a los sectores más desfavorecidos, incluida la cada vez más depauperada clase media? El mismo Gobierno catalán que mantiene siete televisiones públicas y numerosas embajadas en el extranjero no tiene dinero para pagar geriátricos ni centros de dependientes y pretende cobrar a los niños por usar el microondas del colegio. La Generalitat valenciana de los aeropuertos sin aviones, el despilfarro sin límites y la corrupción simbolizada por Gürtel está dispuesta a seguir esa estela. Ambas comunidades, las más endeudadas del Estado, se han visto abocadas a pedir el rescate por la pésima gestión de sus gobernantes, más del tripartito y del Ejecutivo de Francisco Camps que de los actuales, y resulta indignante que pretendan que sus dispendios pasados los paguen ahora los más necesitados. Los padres que se ven obligados a enviar a sus hijos con el táper lo hacen para ahorrar unos euros que les son imprescindibles para llegar a fin de mes. Cobrarles es una barbaridad, una más de esta España de la fiambrera.