L as nuevas temporadas de series como Mad Men o Juego de tronos, el final de otras como el ácido doctor House o la pervivencia de un clásico insuperable como The Wire hacen que las series parezcan más vivas que nunca. Se habla del bum de las series, pero ¿cuándo no estuvieron en lo más alto? Desde que nació la televisión, las series han sido un fijo. Tuvieron sus momentos, como cualquier producto cultural, pero jamás dejaron de atraer a los teleespectadores. Las analistas dicen que el bum de las series coincide con la decadencia del cine. Suena a que la novela iba a matar al teatro. Seguirá habiendo cine y continuaremos enganchados a series de todo tipo. Pasan las décadas y siempre hubo series con fans. Inglesas, como Los Roper, españolas, como Verano azul, norteamericanas, como Falcon Crest. De La casa de la pradera a Starsky y Hutch, con aquellas chaquetas. Puede que cada vez estén más trabajadas, aunque hay de todo. Pero no parece un fenómeno del 2012. Los episodios funcionan como las películas. Cuando hay talento, atraen. Y cuando se escriben con calidad como Mad Men, mejor. Como Don Draper, cuando su jefe le pregunta por su infancia y él, genio de la evasiva, le contesta: «No puedo desvelarla, porque te estaría adelantando el inicio de mi novela».