A los enterradores del sistema financiero

Rubén Santamarta Vicente
Rubén Santamarta PAISANAJE

OPINIÓN

03 mar 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

L as frases que se reproducen a continuación tienen su miga. «La naturaleza de las cajas de ahorros sigue siendo adecuada para el futuro, no hay ninguna razón que obligue a modificar su naturaleza». «Las cajas de ahorros han hecho mejores a los bancos, y los bancos han hecho mejores a las cajas de ahorros». «Las cajas de ahorros en España han apoyado de manera más relevante que otras entidades financieras a pymes, familias y desarrollo regional». Aparecen en un muy interesante ensayo llamado Pasado, presente y futuro de las cajas de ahorros. Son de hace apenas 2 años, no han caducado y las podría suscribir cualquiera.

Lo bueno del papel es que todo lo aguanta. Y sirve para retratarse. Quien firmaba ayer esas frases se llama Luis de Guindos. Hoy es ministro de Economía, y cuando se le interroga por el futuro de una entidad financiera clave, precisamente, para el «desarrollo regional», se pone de perfil.

Seguro que De Guindos no quiere sumarse a la larga lista de enterradores de Novagalicia Banco, y consecuentemente, del hoy renqueante sistema financiero gallego. Enterradores cuyos nombres eludiremos porque poco aportan para resolver la encrucijada en la que se ha metido (¿o han metido?) Novagalicia. Seguro que en esa relación de enterradores tampoco quieren aparecer Ana Pastor, Cristóbal Montoro o Mariano Rajoy. Estos dos últimos, conviene recordar, titubeantes con la fusión gallega cuando buena parte de la sociedad gallega tiraba de ella.

Aquella feliz idea de la unión -aunque manifiestamente mejorable en muchos aspectos- duró apenas 60 días. Se esfumó con el primer decretazo contra las cajas, firmado por Elena Salgado (perdón, que no íbamos a hablar de enterradores). Puso patas arriba el sector, obligó a convertir las cajas en bancos, y no sirvió de nada. Se sigue esperando a que la banca conceda créditos. Al decretazo posterior de Luis de Guindos le pasará lo mismo. Al tiempo.

De Novacaixagalicia se han ido ya sus gestores. Queda hoy parte del nombre (Nova y Galicia) y, sobre todo, un impresionante potencial que se resume así: 3 millones de clientes que han seguido fieles gracias a 6.000 empleados que han ayudado a mantener una cuota de negocio de la que ninguna otra entidad puede presumir. Tiene ahora el Gobierno en su mano la posibilidad de enterrar por completo ese proyecto, cuando aún está naciendo, y ganarse el aplauso de poderosos despachos de la Castellana. O permitir que cuaje el proyecto y facilitar que un banco regional siga apoyando al tejido productivo de un territorio acostumbrado a dar sin recibir.

Galicia, por ahora (solo por ahora), está dentro del juego financiero. Aunque a algunos, también en Galicia, les pese.