El «carpaccio» y la casualidad

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

22 feb 2012 . Actualizado a las 07:00 h.

E l cocinero Martín Berasategui cuenta en la radio una historia deliciosa, nunca mejor dicho. Ahora que está tan de moda comer carpaccio, Berasategui explicó cómo nació el plato y el nombre. Tomen nota de dónde viene a veces el apetito. Fue en Venecia. Nada menos que en el famoso Harry?s Bar, en el que tanto bebieron Hemingway, Capote o Scott Fitzgerald. Apareció una condesa, buena clienta, y puso en un aprieto al chef, Giuseppe Cipriani. Le dijo que su médico le había prescrito carne cruda. Cipriani no se amilanó y le contestó, como buen profesional, que no había problema. Se marchó a la cocina y se le ocurrió cortar una loncha fina de buey y aderezarla con mayonesa, con un toque de mostaza y salsa perrins. La condesa cumplió su dieta y disfrutó tanto con el plato que le preguntó en seguida a Cipriani cómo se llamaba esa maravilla. Cipriani no sabía dónde meterse. Todo había sido fruto de la improvisación. Pero estuvo rápido y se acordó de que esos días había en Venecia una exposición del pintor Vittore Carpaccio, cuyas telas tienen una profusión de rojo y amarillo, y soltó que el plato se llamaba carpaccio. Y así es que ese pintor del quattrocento está hoy emplatado en todos los restaurantes que se precien.